Los Egregores.
Vicente Beltrán Anglada
Parte II
El Reino Dévico
Los Egregores 2ªª Parte
Vicente.— Sobre el tema de los egregores que discutimos el pasado mes,
tiene una importancia capital, no sólo desde el ángulo puramente subjetivo, si
no también desde el ángulo psicológico corriente, habida cuenta, tal como
dijimos el pasado mes, que el egregor técnicamente descrito es un núcleo de
sustancia psíquica con un centro de conciencia dévico.
¿Qué entendemos por
dévico? ¿Qué son las fuerzas dévicas? Yo diría que son las reacciones del
espacio a cualquiera de los estados de conciencia humanos, es decir, que
hablamos de egregores en el sentido de que son creaciones típicamente
humanas.
Podríamos decir al respecto, que todos los egregores son formas
psíquicas pero que no todas las formas psíquicas son egregores, habida cuenta
que el egregor es la obra individual o general de la humanidad, creando, por así
decirlo, su karma o destino. Es decir que en el pasado cuando hablábamos del
karma, solíamos representarlo como algo aparte del individuo, como algo que
se presentaba de improviso sobre nuestra vida, haciéndonos seguir ciertos
derroteros prefijados y definidos. La verdad es que el destino, que es el ser, el
individuo, el Yo; es el Yo quien promueve las situaciones kármicas, quien crea
su propio destino a través del tiempo y quien a través del tiempo tiene que
liberarse del destino, es el creador de una máquina gigantesca que al tomar
impulso arrastra con su fuerza o movimiento a la propia Alma, al propio
pensador y, naturalmente, cuando hablamos de karma o destino, debemos
hacer una referencia especial a lo que técnicamente definimos como egregores,
por cuanto el hombre crea los egregores que constituyen la cultura, la
civilización y la historia de la propia humanidad.
No es algo que venga de la
divinidad, la divinidad somos nosotros, somos su representación genuina en
tiempo y espacio y, por lo tanto, como tenemos capacidades, aunque limitadas
afortunadamente, creamos a nuestro alrededor todo cuanto constituye el eje de
la evolución de la humanidad, teniendo en cuenta que la humanidad, el 4º
Reino de la Naturaleza, es el centro de la evolución planetaria y que, por lo
tanto, todos los egregores que ha ido constituyendo, o construyendo a través
del tiempo en colaboración con las fuerzas dévicas del espacio, estas reacciones
sutiles que provocamos en cada estado de conciencia, llevan la evolución hacia
adelante, constituyendo por así decirlo, el nervio de la vida, una vida sin
conciencia, una vida sin evolución prácticamente no es vida, al menos desde el
ángulo de vista psicológico no podemos conceptuar la vida, el karma, la
inteligencia, el amor, todo cuanto son virtudes en el individuo, sin contar con la
creatividad. Es decir, que si somos parte de la voluntad de Dios, en la medida
que somos parte consciente o inconsciente de esta voluntad de Dios, estamos
capacitados para crear. La creación dependerá en todo caso de los estados de
conciencia que hayamos podido elaborar en nuestras relaciones sociales, en nuestros ambientes familiares, profesionales, etc. y esto lo sabemos todos.
Entonces, también decimos, que la atracción individual hacia el bien y también
la atracción individual hacia el mal, habían creado a través del tiempo dos
gigantescos egregores, creados por la propia naturaleza humana. Un egregor,
que esotéricamente definimos como el Guardián del Umbral, está centralizando el
poder de lo que místicamente se llaman los siete pecados capitales; pero, por
otra parte y estableciendo la balanza del equilibrio, tenemos que todas las
tendencias hacia el bien constituyen otra entidad gigantesca, poderosísima, que
esotéricamente también llamamos el Ángel de la Presencia; es decir, que el
Guardián del Umbral y el Ángel de la Presencia son la cristalización en tiempo
y espacio del par de opuestos tal como esotéricamente los definimos. Es decir,
que existe el bien, que existe el mal — reconocido por la mente humana —, y
existen personas que se sienten atraídas hacia el bien y otras personas hacia el
mal, constituyendo la polaridad; y en esta polaridad se debate la humanidad
constituyendo la nube de conflictos que vemos por doquier.
Me pregunto si será posible un día que el individuo se sitúe en el centro
del bien y del mal, y que con rectitud de miras, con la inteligencia despierta y
un gran sentido crítico de valores, sea capaz de elegir convenientemente el
camino que surja por el medio, el del equilibrio entre el bien y el mal, porque
cuando la medida del bien y el mal han quedado reducidas a cero, se produce
un estado nuevo en el ser que prácticamente desconocemos — Krishnamurti lo
llama Liberación —; es posible que sea la Liberación del par de opuestos, la
liberación de los egregores que hemos constituido a través del tiempo, y en esta
tarea está empeñada la personalidad del hombre. Y estamos tratando de llegar
a un punto en nuestras conversaciones esotéricas, que no se constituyen en
meras prácticas cristalizadas sobre temas esotéricos, sino que seamos capaces
de imprimir un ritmo de creatividad, un ritmo práctico a nuestra vida de
aspirantes espirituales.
Me parece que estamos aquí para esto. Recordemos
también que no sólo estamos creando constantemente egregores, sino también
que estamos luchando con egregores que fueron construidos hace millones de
años en forma de enfermedades, en forma de estados de conciencia
cristalizados, en forma de guerras y desastres; estamos viviendo todavía en la
jungla, estamos todavía en una etapa que no podemos conocer como
cristianismo, porque cristianismo es Amor y nosotros no conocemos todavía el
Amor.
Es decir, que el amor se ha convertido en un egregor.
¿Se dan cuenta Uds. la diferencia que existe entre el Amor y el egregor del amor?
¿O la diferencia que existe entre la personalidad real de Cristo y el egregor de Cristo
que han construido las generaciones y las humanidades a través del tiempo
desde que aconteció el hecho glorioso?
Pues bien, esotéricamente, hay que saber
distinguir entre un egregor y otra forma psíquica que no sea un egregor; y
constituye para los discípulos en entrenamiento espiritual, en los ashramas de
la Jerarquía constituye una de las presiones más grandes del poder del
discernimiento humano, que tiene como consecuencia la apertura de las puertas
iniciáticas, el saber distinguir, así de fácil, el egregor de lo que es una imagen
real y, naturalmente, nos encontramos con estas formas dévicas, con estas
formas no tan dévicas que no sólo son egregores, sino también que constituyen
formas que sin ser egregores y muy parecidas, se hallan en el plano astral o en
el plano psíquico; y este plano psíquico, que es el plano de la irrealidad o de la
ilusión, es el que conturba las mentes y los corazones aún de los entrenados
esoteristas, porque entre la forma del ideal Crístico y el egregor hay una
tremenda diferencia, primero, porque la forma ideal o la forma real, a través de
la cual se manifiesta el Cristo, se manifiesta cualquier alma humana, no es lo
mismo que la idea o la emoción o el sentimiento que tiene la humanidad con
respecto a aquella forma real. Es decir, que en el plano psíquico se encuentran
multitud de formas que no son egregores, lo cual significa que son formas
psíquicas con las cuales la humanidad no podrá luchar jamás porque son
formas reales, a pesar de que son difíciles de controlar y que están dentro de
grandes limitaciones.
En cambio, sí, podemos destruir el fruto de nuestras
acciones, podemos destruir a todos los egregores que hemos formado a través
del tiempo, desde la Lemuria, la civilización primera, la gran raza humana con
la que inició el Logos su vida como ser humano aquí en la Tierra, las que vienen
transportadas a través del éter provenientes de la raza Atlántida, y las propias
que hemos creado en nuestra raza Aria, constituyendo unos núcleos de energía
negativa que están imprimiendo a los éteres un movimiento muy difícil de
controlar.
Si tenemos en cuenta que en su base esencial una enfermedad es un
egregor; que el dolor, la ira, la ambición, los celos, todo cuanto Uds. puedan
ubicar o englobar dentro del término de defectos humanos, tendrán una idea
muy ajustada de la verdad, no estarán luchando contra una forma subjetiva,
sino que el egregor es tan objetivo que cuando empieza a trabajar la persona
está perdida, porque el Alma no ha sabido distinguir entre la enfermedad
como síntoma y la enfermedad cuando ya ha tomado campo biológico, y ahí es
donde fracasa la ciencia; porque la ciencia médica, a pesar de sus grandes
conquistas científicas, no acaba de penetrar en el mundo de las energías, en el
mundo de las causas, es completamente aparte su trabajo de lo que
técnicamente, esotéricamente, llamamos el mundo de los significados, por así
decirlo, está luchando contra sombras, porque la enfermedad, el dolor, todo
cuanto constituye el defecto humano, es una entidad viviente creada, gestada,
mantenida por el propio ser humano; y antes que el ser humano no haya
podido destruir estas formas o egregores creados a través del tiempo en los
niveles psíquicos, la ciencia no encontrará la manera de solucionar los
problemas físico-biológicos de la humanidad, y lo estamos viendo, y lo estamos
sintiendo muy activamente en nuestra carne, en nuestros nervios, en nuestro
corazón, y todos confiamos siempre en el azar, que venga un señor
documentado, un señor iluminado que traiga la panacea de curar las
enfermedades, de curar los estados psíquicos y que nos traiga, por añadidura, la
liberación.
Bien, somos conscientes, ¿verdad?, de estas cosas. Somos conscientes
también de que el poder del hombre es infinito; hemos dicho que proviene de la
propia divinidad; y si el individuo proviene de la propia divinidad, tiene el
poder de destruir todo cuanto afea el ambiente social del mundo; puede
destruir los egregores negativos; puede crear nuevos egregores hasta que al
final del ciclo de vida, pueda situarse en un centro místico de tan elevada
concentración y potencia, dentro del cual ya no existan ni egregores buenos, ni
malos egregores; que exista solamente la voluntad pura del hombre que ha
hecho del espacio su aliado.
Es decir, todo cuanto estamos diciendo
actualmente, todo poder mental del hombre enfocado en la conquista del
espacio, por decir algo concreto en nuestros días, si fuera enfocado dentro del
mundo psíquico tratando de desvelar el misterio de los éteres y se pusiese en
contacto con estos mundos que desconocemos y fuese capaz de participar
activamente con estas fuerzas vivas que crean las reacciones del espacio, si
fuésemos de alguna manera los cooperadores del espacio, los cooperadores
dévicos de estas formas misteriosas que estamos creando con nuestros estados
de conciencia, la humanidad tomaría un giro completamente distinto del que
tiene actualmente, porque entonces vería claro el proceso. El proceso se ve claro
solamente cuando existe equilibrio, y me pregunto siempre hasta cuándo y
hasta dónde y en qué medida, podemos utilizar este equilibrio para transformar
el mundo en términos de realización.
Digo que el poder del hombre es infinito. Afortunadamente la reserva de
buena voluntad que tiene el hombre, le permite penetrar activamente en estos
misterios de los egregores y empieza el hombre a ser consciente de mundos
invisibles; si no, ¿por qué están Uds. aquí? ¿por qué estamos todos aquí? Hemos
visto algo quizá que no está al alcance del hombre corriente, sin afán
peyorativo.
Yo diría que se nos presenta la oportunidad de enfrentar
directamente los egregores que hayamos construido a través del tiempo, lo cual
quiere significar que habiendo desenmascarado al rufián escondido en nuestra
conciencia, podamos liberarnos definitivamente del karma, si no, ¿de qué
servirían nuestras meditaciones? o ¿por qué no nos preguntamos el porqué de
la efectividad de un ritual o de una liturgia religiosa que tiene por objeto
clarificar los éteres, ponerse en contacto con estas fuerzas que llamamos
ángeles, por darle un nombre místico? Yo prefiero llamarlas reacciones del
espacio, reacciones inteligentes del espacio a reacciones humanas no siempre
inteligentes; pues ¿acaso la guerra es inteligente? O el hambre, por ejemplo,
cuando lo tenemos todo a nuestra disposición y, sin embargo, nos estamos
peleando por una pequeña parcela de territorio. ¿Se dan cuenta como el mundo
debe variar radicalmente si queremos llevar al mundo un poco de paz, esta paz
que necesita para que podamos penetrar realmente en los misterios de los
éteres? Y el día que consigamos esto, seguramente que habremos resuelto la
gran incógnita de la vida, y seguramente que tendremos la capacidad creadora
de elegir las próximas situaciones, estableciendo un vínculo de relación
consciente con estas reacciones del espacio, con estas fuerzas dévicas o
angélicas, y crear una unidad con ese mundo que desconocemos, pero que está
aquí un tanto tenso, influyendo constantemente en nuestra vida.
Bien, hemos dicho que el individuo tiene necesidad absoluta, si es
inteligente y creo que todos lo somos, de distinguir entre los egregores y las
formas psíquicas del ambiente, darse cuenta ya de un principio para tenerlo
siempre ya como una sentencia, que el egregor es la forma psíquica creada por
el hombre en colaboración con las reacciones del espacio o con los devas, y que,
por lo tanto, estas reacciones del espacio que llevan nuestra vida hacia
determinados ritmos, pueden variar al extremo de poder distinguir la verdad
de lo ilusorio.
De no ser así, la iniciación, el discipulado o todo cuanto
conocemos como atracción hacia el ser superior, serán palabras vanas. Yo creo
que hemos hablado muy vanamente a través del tiempo y que incluso hoy
hablamos del Cristo como una entidad muy lejana debido a que somos
conscientes de las propias limitaciones. Me pregunto si será posible algún día
de que establezcamos un reino en nuestro corazón que es realmente la misión
del hombre aquí en la Tierra, teniendo en cuenta que cuando hablo de Cristo no
hablo de una persona, no hablo del Cristo histórico; me refiero al Cristo Cósmico
que está en el corazón de todos y que, no obstante, debe desarrollarse al punto
de crear el nexo de unión entre nosotros y el Reino de Dios, lo cual significa que
aquí en la Tierra podemos ser realmente cristianos a la vez que creadores, y
que, por lo tanto, podemos crear un nuevo mundo basado en el amor y en la
compasión, y no en la crueldad y el afán de conquista.
Bien, si tenemos un poco de visión del mundo oculto, y el clarividente
entrenado trata de hacerlo constantemente, me refiero concretamente al
investigador esotérico, lo más interesante es distinguir entre los varios tipos de
formas psíquicas que se presentan en nuestro campo conceptual cuando
empezamos a descubrir algo más que valores objetivos del ambiente, es decir,
no sólo vemos egregores que son los que hemos construido, sino formas
análogas que son cascarones astrales, y les voy a decir lo que es un cascarón
astral, aunque Uds. ya lo habrán escuchado en otras conversaciones: un cascarón
astral es la forma psíquica de una persona fallecida o de un animal fallecido que está
siendo vivificado por una entidad dévica de categoría siempre inferior, capaz de dotarlo
de vida y de movimiento y que produce la sensación de que es un ser real.
Ahí está una
de las diferenciaciones, y una de las grandes pruebas en el sendero iniciático,
cuando el Maestro sitúa ante la visión del discípulo dos formas exactamente
iguales, dice: “¿Cuál es la real y cual es la ilusoria?” Es muy difícil la prueba y
no todos llegan a éxito, por cuanto los devas que trafican, por decirlo así, con
los cascarones de las personas fallecidas y que se presentan en las reuniones
espiritistas diciendo que son tal cosa y que no son tal cosa, sino que son la
representación objetiva de algo que está fuera del espacio-tiempo ya. Es decir
que cuando se habla, por ejemplo, de los fantasmas de los castillos y de las
formas psíquicas de entidades que están vagando como almas en pena,
démonos cuenta que existen leyes dentro del universo que impiden que el alma
quede sujeta al dominio de sus cuerpos inferiores y que lo que se ve
habitualmente es el cascarón, la envoltura que tuvo aquella persona en vida y
que se está paseando habitualmente por los lugares sombríos, singularmente
pantanosos en casas que llaman que hay duendes y todas estas cosas. Es tan
natural de verlos que no se dan cuenta de que no existe aquella persona, sino
que existe una entidad que está vivificando con su vida dévica aquel conjunto
de células todavía vivas por el impulso que le da el propio deva, porque son
maestros consumados en el arte de la superchería.
De ahí que cuando se dice
que hemos tenido una visita de San Antonio o San Pablo, por no decir la Virgen
María o todas estas cosas, la persona debe pensar qué será esto. Dense cuenta
de una cosa muy natural, y creo que estarán Uds. de acuerdo conmigo, cuando
hablamos de la Virgen, los milagros de la Virgen de Fátima o de la Virgen de
Lourdes, porque son los más conocidos en el mundo occidental, en el mundo
católico, ¿qué estamos diciendo exactamente? Bien, en el momento en que un
grupo de personas enfocan su atención hacia un punto determinado están
creando un egregor, este egregor tiene el poder de concentrar materialmente
todo el poder de los éteres cristalizados, constituyendo una forma que puede
ser la de la Virgen, la del Santo, de Cristo, como decíamos antes, o de una
persona influyente con carisma, después hablaremos de lo que es el carisma
porque es muy interesante, por sus repercusiones psicológicas, para darnos
cuenta que una pequeña imagen de madera sin valor alguno, se la ha dotando
de fuerza milagrosa capaz de crear técnicamente efectos sobrenaturales.
Habría mucho que discutir sobre lo que hay que entender por
sobrenatural. Para mí la regla siempre es ciencia pura, una expectación típica
comprendida realmente y no existe el milagro. ¿Cómo se produce entonces el
milagro que produce satisfacción? Pues muy simplemente, han creado un
egregor de tal potencia radioactiva que ha atraído la atención de algún ángel
superior, de algún deva de categoría superior a la humana, y puede a través de
este ente creado por un ser humano llegar a muchos fieles, a muchas personas
que necesitan esta ayuda, son por así decirlo, las ilusiones positivas que existen
en el ambiente, porque la imagen de Cristo ha curado a personas por su fe, pero
¿ha curado Cristo o la imagen de Cristo? Porque la imagen de Cristo tiene un
gran poder, debido a que contiene el poder que le confieren los millones de
seres humanos que están pensando en Cristo con devoción y amor, entonces,
los devas que acuden en huestes a cooperar en la creación o en la construcción
de esta forma, están preparando el tabernáculo, por decirlo de alguna manera,
para que cualquier entidad superior angélica o arcangélica pueda utilizarla para
bendecir a la humanidad. Bien, esto pasa en Lourdes, pasa en Fátima y pasa en
todo momento y en todo lugar, y lo vemos también en las personas que
decíamos tienen carisma, pero ¿qué es carisma?, ¿qué es el efecto carismático?
Una serie de personas piensan sobre otra en cualquier dirección, sobre aquella
persona, y automáticamente a su alrededor, en su aura magnética, están
creando una ilusión o un egregor que no es aquella persona, pero que posee
poder porque el poder siempre es creado, siempre es creación. ¿Cómo se
explica, por ejemplo, que un cantante de moda tenga carisma? ¿Es que tiene
carisma porque posee un gran poder magnético espiritual? ¿O es que tiene
carisma porque un grupo indeterminado pero siempre numeroso de personas
lo están ensalzando y crean a su alrededor un egregor magnético que le
acompaña por todas partes? Así, un artista mediocre tiene carisma, un político
mediocre tiene carisma, y todo aquel que maneja poder en política, en
economía, en ciencia, en arte, en religión, tiene carisma. ¿Tiene carisma por los
valores humanos o tiene carisma porque hay millones de fieles con la idea de
representación objetiva de realidades subjetivas? Existen en todos momentos y
en todas partes, grupos de personas cuya mente no rebasa la medida de la
inteligencia esotérica, no puede llegar; y como se encuentra solitaria porque no
se ha creado todavía en el vínculo de unión entre su pequeña alma mortal y su
alma superior inmortal, esta soledad es de miedo y le obliga a juntarse con otras
almas que tienen miedo; y cuántas más almas tienen miedo, más proliferan las
religiones organizadas, dense cuenta de este detalle. ¿Qué significa esto?
Significa que el individuo en unidad o como grupo, se ha sentido impregnado
de los efectos carismáticos de cualquier egregor que puede estar cifrado en una
religión, en una doctrina o en un cantante de moda; los efectos son diferentes, la
causa la misma, porque las personas que han seguido a Elvis Presley o que
siguen a cualquier cantante de moda, están haciendo lo mismo que hace un fiel
que reza a una imagen; y están creando un egregor sobre aquella imagen que le
da un poder carismático, un poder curativo, un poder sobrenatural y no
obstante, no existe nada de esto. ¿O es que vamos a confundir, volviendo a lo
mismo, entre imagen ficticia del Cristo y el propio Cristo? Entonces, la imagen
de Cristo es para las personas solitarias, las personas que tienen miedo, las
personas que no pueden afrontar todavía su situación kármica porque carecen
de poder, carecen de voluntad, o quizás no tienen amor en sus corazones.
Entonces, dense cuenta que el camino que va del hombre a Dios es
solitario, pero interno; no necesita de la ayuda de la masa para lograr un
objetivo de perfección que es la finalidad del hombre aquí en la Tierra. Es decir,
existen tantos problemas, existen tantas situaciones, acontecimientos y efectos
en el ambiente que, lógicamente, el hombre situado en un punto fijo quizás
perderá de vista la perspectiva real, está siempre buscando el apoyo de algo o
de alguien, estableciendo lo que en técnica militar se llama el contacto de codo;
cuantos más contactos de codo menos miedo, menos inseguridad, pero siempre
más dolor porque nos estamos atando, estamos revolviendo el camino, estamos
retrocediendo y, en lugar de ir a las fuentes universales de conciencia divina
vamos de cara a la tradición y, por así decirlo, estamos abrazando de nuevo a
los egregores que fueron construidos hace millones de años.
Hay que insistir sobre esto, no porque el tiempo tenga una importancia
tan trascendente en la vida del discípulo, ya que el discípulo trata de ver el fin
desde el principio y no tiene prisa, sino porque existe una Ley Universal de
Economía de Fuerzas a la cual debe sujetarse no sólo el aspirante espiritual, el
discípulo, el iniciado, o el adepto, sino que se adaptan a este principio los
propios Logos Creadores, los Señores de los Universos y de las Galaxias,
porque el principio siempre es lo mismo; varía la extensión, la profundidad,
pero no la ley. Entonces, hay que aceptar lógicamente que en todos los
universos de no importa qué esquema cósmico, habrá dificultades también,
porque según se nos dice esotéricamente, existe dificultad cuando existe
objetividad.
Es decir, que el karma para ser reconocido debe ser objetivo.
¿Cómo sabría yo de mi Ser interno de la Luz, si previamente no hubiese
establecido contacto directo con la sombra, que es el cuerpo y que son los
vehículos inferiores? Es así; dense cuenta de que una conversación esotérica
debe ser ante todo una conversación psicológica y científica. Desde el momento
en que volvemos a los hábitos místicos del pasado y nos aferramos al dogma y a
la tradición, automáticamente nos separamos del Reino de Dios. Quisiera que
nos diésemos cuenta que cuando hablamos de egregores, siempre que
mencionemos la palabra egregor, es en el sentido de algo que el hombre ha
creado y que, por tanto, el hombre lo puede destruir. Lo que sí no debemos
tolerar es que la máquina que hemos construido nos avasalle hasta el extremo
de tecnificarnos y de construir sobre las espaldas de nuestra vida el instrumento
de su manifestación o una cabalgadura para lo que significa un egregor en un
ambiente social establecido.
Estamos tratando noblemente de buscar el Reino de
Dios. ¿Se dan cuenta de lo que significa esta afirmación? Si cuando hablamos de
Dios, no en el sentido pragmático, no en un sentido metafísico, no en un sentido
filosófico, sino en un sentido muy íntimo porque lo sentimos aletear en nuestro
corazón, nos damos cuenta de que todo cuanto hasta aquí hemos adquirido
carece de valor; el conocimiento ata por glorioso que sea, porque el hombre
debe empezar a enfrentar las situaciones desde el ángulo de vista cósmico, y
solamente podrá abarcar la grandiosidad del cosmos cuando su vida individual
sea pura, libre y entre la fuerza íntima o el Alma, y el ideal redentor, no existe
ya intermediario alguno, sea de la naturaleza que sea; porque si Dios está en
nosotros, y en eso están de acuerdo todas las religiones del mundo, ¿por qué
necesitamos intermediarios? ¿es que vamos a salir de la seguridad para volver
adentro y perder tiempo, habiendo una Ley de Economía de Fuerzas? ¿O no
podremos lanzarnos, proyectarnos, desde la periferia hasta el centro buscando
en nosotros esta fuerza inmensa que debe liberarnos?
Bien, esto son palabras, ¿verdad? Pero dense cuenta de algo muy
importante, Uds. vienen aquí mes tras mes porque tratan de investigar dentro
de su propio corazón las causas de los conflictos que asaetan sus vidas. Todos
estamos aquí por algo definido, quizá no nos demos cuenta de ello, pero
venimos mes tras mes porque siempre, desde el fondo del corazón, estamos
seguros de que existe una realidad más grande que nosotros mismos; pero que,
sin embargo, somos nosotros mismos. Bien, cuando la persona llega a este
extremo de realidad, cuando ha entrado dentro de aquello que podríamos
definir como panteísmo dinámico, cuando todo lo vemos como una creación
divina, tratando de revelarse internamente en nosotros, veremos que existe en
una senda oscura, desconocida de nuestro ser, una luz de esperanza. Bien, esta
luz de esperanza es la que yo quisiera que encontrásemos siempre, no en
nuestras pequeñas reuniones mensuales sino en el devenir constante de nuestra
vida de relación.
Y ahora quiero que sean Uds. los que vayan ampliando con sus
preguntas lo que hemos dicho hoy. El próximo mes el tema será muy
importante, porque será, por así decirlo, una extensión superior del tema de los
egregores, porque vamos a hablar sobre el poder psíquico de los Devas
Superiores y cómo influyen en los ambientes sociales del mundo, y cómo el
individuo puede establecer contacto con estas fuerzas; porque a menos que el
individuo no establezca contacto con las reacciones del éter, el mundo irá
siempre en un plan de perdición, en un plan de lucha y de conflicto.
Interlocutor.— ¿La palabra egregor tiene algo que ver con la palabra
gregario?
Vicente.— No sé hasta que punto la etimología de la palabra puede tener
alguna coincidencia, pero gregario tiene más que ver con el sentido de
aproximación hacia el mundo animal en el sentido de rebaño; entonces, es la
antitesis de la Ley de Grupo. Entonces, cuando hablamos de un instinto
gregario nos referimos a la persona que tiene una atracción hacia el núcleo,
buscando la protección de los demás; como decíamos antes, implica siempre
soledad en cuanto que "egregor", yo creo que ha sido tomado de la palabra
francesa "egregoir", que viene a significar un núcleo de sustancia magnetizada
por un deva, sustancia que ha sido siempre, ya de principio, un estado de
conciencia humano, un vicio, por ejemplo. Cuando el vicio se ha convertido en
un egregor, el trabajo es del hombre para extirparlo; es el paso de no fumar, del
beber, de las drogas y todas estas cosas, porque el egregor es algo universal, es
algo que estamos construyendo constantemente, lo que decía Spinoza, cuando
decía precisamente que la voluntad del hombre es superior a todo, pero que
cuando existe un vicio o un hábito, el hábito tiende a ser superior al hombre en
uno a diez.
Es decir que el hábito es superior a la propia voluntad, entonces el
hábito —dense cuenta de lo que hemos dicho hasta aquí— es un egregor que
hemos creado por el hábito, estableciendo una línea de mínima resistencia con
el ambiente circundante; y esta línea de aproximación, este contacto de nuestros
hábitos, de nuestros vicios con algún tipo determinado de deva, ha creado una
forma que nos mantiene sujetos a su emporio. Esto lo mismo si se trata de un
egregor superior, lo mismo cuando se trata de un egregor inferior u otro de
carácter superior. Por ejemplo, la meditación, si Uds. tienen el hábito de meditar
a tal hora y en tal sitio, a tal hora y en tal sitio Uds. crearán un egregor, de
naturaleza positiva, llega un momento en que este egregor es tan potente como
la fuerza de voluntad que lo ha engendrado, y es el egregor que lo invita al
hombre a meditar, no vas por un acto de voluntad sino por un acto reflejo
creado por un egregor, ¿se dan cuenta? Bien, ya que tal es el proceso, creemos
pues buenos vicios o buenas virtudes.
Interlocutor.— Entonces, una de las partes principales en el aspecto del
egregor sería el pensamiento, porque claro, el pensamiento es el que le lleva
hacia fuera y, claro, entonces el pensamiento es el que le crea, y claro, entonces
el pensamiento es el que le crea este egregor; entonces, observamos que el
pensamiento, si somos conscientes de lo que vemos, de lo que pensamos,
entonces, ese pensamiento es el que tendríamos que trabajar.
Vicente.— Naturalmente, el pensamiento, y cuando hablamos del
pensamiento hablamos de una parcela del ser que ayuda a contribuir a la
creación de egregores, pero un egregor, egregor, egregor con toda su potencia
psíquica es "Kama-Manásico"; es decir, interviene el deseo más la mente. Es
decir, que cuando hablamos del pensamiento hay que ver lo que hay en el
trasfondo del pensamiento, ¿hay un deseo o bien hay una intención de base? Un
deseo es inconsciente casi la mayoría de las veces, en cambio, la intención suele
ser inteligente. Entonces, se crean egregores o se destruyen egregores, pero ¿qué
ocurrirá en el momento justo de que el pensamiento del hombre ya no sirva
para las ejecuciones creativas del pensador? ¿Dónde están los egregores
entonces? Supongamos que ahora estamos aquí reunidos y que
automáticamente la facultad de pensar no desaparece, pero el pensamiento
puede desaparecer, y que quedásemos lo que técnicamente llamamos el vacío,
¿qué pasaría?
Hay que hacer la experiencia porque si no hacemos la experiencia
no sabremos de que se trata. Pero, si existe una atención, y siempre estoy
hablando de esta atención formidable del hombre hacia un objeto, o a un sujeto
de interés; cuando la atención ha llegado a un cierto punto la mente desaparece,
solamente existe el pensador y el objeto dentro del pensador o el pensador
dentro del objeto. No hay tiempo ¿verdad? Porque el tiempo siempre lo
estamos tratando en el sentido de distancia. De aquí hasta allí hay tantos
kilómetros, tanto tiempo para llegar allí, pero ¿qué pasa cuando el hombre ve
aquello directamente o está dentro del objeto con una atención formidable? La
mente prácticamente ha desaparecido y la mente se ha convertido, entonces,
porque no hay egregores ni buenos ni malos, en un reflejo perfecto de la
voluntad de Dios o de la mente de Dios, a través del cual Dios ejercita el poder
de sus intenciones, y Uds. lo están demostrando porque cuando están muy
atentos el yo desaparece. Queda un silencio ¿verdad? Queda una quietud, un
vacío inmenso; en este vacío inmenso no existen egregores, ¿qué existe
entonces? La verdad, la liberación.
Ahora bien, ¿podemos mantener este éxtasis mucho tiempo? ¿Seremos
capaces de liberarnos solamente por estos momentos del poder de los egregores
buenos y malos? ¿Aquí ya no discutimos la bondad o la calidad buena o mala
de los egregores?
Estamos discutiendo aquel punto místico en que el hombre
está situado en el centro mismo de la vida; ya no es un punto fijo que trata de
reducir el movimiento del cosmos y atraerlo a su vida, sino que está viviendo
con el propio movimiento del cosmos y, por lo tanto, no crea reacción. Podemos
conceptuar el egregor como una reacción, como estamos diciendo y ¿qué pasará
cuando no existan reacciones en el espacio? ¿Qué pasará cuando entre Uds. y yo
y entre Uds. no exista distancia? Cuando entre los seres que constituyen la
humanidad entre sí no exista separatividad, surgirá un hombre nuevo, y este
hombre nuevo utilizará el poder de la técnica de todo cuanto aprendió a través
del tiempo para expresar simplemente amor. Ya no serán posibles los grandes
asideros de conocimientos, porque el conocimiento ata, es un peso dentro de la
conciencia, porque solemos acopiar conocimientos pero no sabemos utilizarlos;
estamos trabajando como hacía el aprendiz de brujo; sabemos todo pero no
sabemos nada; sabemos las palabras de poder, los mántrams, las genuflexiones,
y los asanas y las meditaciones. ¿Y por qué sufrimos entonces? ¿De qué nos
sirve todo este bagaje?
Me pregunto si podemos atrevernos a enfrentar la realidad cara a cara
por primera vez en la existencia, y si podemos mantener este ritmo, esta
armonía, esta quietud, este silencio místico en el corazón en todos los
momentos de la vida. Es una aventura ¿verdad? Yo digo que es la máxima
aventura de la conciencia. Si nos atrevemos a surcar estos espacios puros que
jamás huella humana ha posado sobre su devenir, sabremos lo que es la
liberación, sabremos lo que es Dios y, por lo tanto, no tendremos necesidad de
repetir tantas veces y profanar con las palabras el nombre de Dios y el de la
verdad y el de la liberación, estaremos en ella y como estaremos en ella no
habrá problema; no habrá distinción mental entre esto y aquello; estaremos
dentro. La paz no tiene argumento y la liberación tampoco. Si Uds. tienen paz,
no piensan; dense cuenta de esta verdad. Solamente piensan cuando Uds. están
sufriendo y entonces están pensando ¿qué me pasa? Pero cuando están dentro
de la paz, Uds. no piensan en sus problemas porque no existen; existe el
problema únicamente cuando Uds. lo están atrayendo, porque el problema es
un egregor en el nivel que sea.
Interlocutor.— Yo, hermano, estoy de acuerdo en todo eso. Mientras no se
pueda conseguir — yo soy un simple estudiante — salir del cuaternario, ahí es
donde se encuentra toda la lucha. Estudiamos para saber. A mi no me interesa
saber, me interesa comprender porque si no comprendo, no sabré nada.
Entonces, yo elijo la segunda parte, al hombre ¿para qué le interesa saber si no
sabe ser bueno? En este caso yo creo que lo mejor es ser bueno primero, antes
que ser sabio. Entonces, luchemos en este cuaternario hasta conseguir la
liberación para poder pasar a la tríada. No digo más porque mi mente y mis
conocimientos son una cosa muy limitada, pero dentro de estos pequeños
conocimientos parece ser que comprendo un poco algunas cosas.
Vicente.— Dense cuenta que usted ha hablado del cuaternario y de la
tríada espiritual, que solamente la integración del cuaternario puede llevarte a
la cúspide de Atma. Bien, entonces si usted está en esta tensión creadora a la
cual me refería anteriormente ¿dónde está el cuaternario? ¿Tiene usted
conciencia del cuaternario cuando se está muy atento? Dense cuenta de esta
realidad. Este momento siempre es mágico, cuando la persona se da cuenta de
que su conciencia se pierde, o está profundizando en los misterios de la vida
reales, y cuando deja de lado todo cuanto le ata y deja de sufrir por efecto de
ello, y empieza a gozar de lo que es el Amor, que es integración del Ser, porque
sólo por Amor ser salvado el hombre, como se nos dice y es verdad y, como usted
bien decía, si amamos con tal intensidad que nuestra vida sea capaz de perder
de vista el “yo”, el conocimiento no tiene ahí mucha importancia porque existe
la sabiduría del corazón, de la cual no se habla mucho esotéricamente y a la cual
debía darse una posición similar a la de la propia divinidad en el hombre
porque es la Sabiduría de Dios.
Entonces, cuando hablamos del cuaternario y
hablamos de la tríada, nosotros nos colocamos en la posición de aquella persona
que divide el cuaternario en cuatro triángulos y asciende, que es lo que sabían
los egipcios que crearon las pirámides. El cuaternario es la base siempre de la
vida y los cuatro triángulos son los cuatro cuerpos buscando Atma. Atma
siempre está en la cúspide. Decir Atma es decir la vida espiritual del ser
humano, por lo tanto, estoy de acuerdo con esto, y reafirmo la fe de que si
vivimos intensamente, y sólo se puede vivir muy intensamente cuando muy
profundamente estamos observando todo cuanto ocurre dentro y fuera de
nosotros mismos, inclusive las reacciones del espacio a nuestros estados de
conciencia, seremos capaces de surgir triunfantes de esta gran herejía de la
separatividad, porque la mente no será un instrumento de tortura del pensador
en relación con otros seres, sino que la mente será el depositario de los valores
divinos de la tríada espiritual, por ejemplo.
Pero lo que interesa comprender, y siempre digo lo mismo porque es capital,
es que venimos aquí por un objetivo definido, unos lo tendrán mejor definido que otros,
pero lo que existe en el fondo siempre es la voluntad de Ser y el espíritu de realizar.
Ser, ser sabio, ser consciente, ser vida pura en todos los momentos, es la base de todo;
pero el realizar es la vida cotidiana con sus trabajos, sus fatigas, su grupo infinito de
necesidades, las espantosas calamidades sociales que vemos por doquier, más
la capacidad que tiene el individuo de solidarizarse con aquellos que sufren,
más también la cooperación natural que surge cuando la persona se da cuenta
de que dentro de la gran maquinaria del universo debe ser una pequeña
aunque muy eficiente pieza, y que cada cual dentro de su propia jerarquía
espiritual, sea capaz de vivir al unísono de la gran maquinaria celeste.
Interlocutor.— Podemos decir que todo está al unísono de esta maquinaria.
Todo lo que estamos viviendo aquí podría ser evidencial. Es lo que tú dices de
este silencio, esta unidad, esta paz que podemos comprobar por nosotros
mismos, que se manifiesta esta unidad porque desaparece todo el exterior,
podríamos decir y, entonces, observamos esta unidad, observamos esta paz,
sentimos esta felicidad. Me ha venido en un momento esta observación.
Vicente.— Si la sentimos y no hacemos conciencia de ella la
mantendremos. Lo que ocurre es que hacemos conciencia. Cuando una persona
es feliz, tiene paz y quiere argumentarse de la paz, automáticamente la ha
perdido. Dense cuenta es muy sutil.
Entonces, la paz no es una conquista, no es
una meta prefijada por el hombre sino que es un movimiento que hay que
seguir sin darse cuenta de nada más que aquello. Si nosotros hacemos de la
paz o de la libertad interna de la liberación, una conquista interna, aquella
conquista interna motivará una reacción de la propia conciencia que paralizará el
impulso; en tanto que si vivimos despreocupadamente, sin darle mucha
importancia a la paz, es cuando la paz tendrá importancia real. ¿Van siguiendo
la idea? Es muy sutil; sin embargo, está en la base de toda la enseñanza
esotérica de todos los tiempos. Se nos ha hablado de paz desde los tiempos más
lejanos, como se ha hablado de Dios, del Cristo Cósmico y de todas estas cosas
que, por ser tan habituales han perdido su fragancia de verdad.
Bien, ahora se presenta la opción de otro camino, el camino de Síntesis,
más allá del yoga y de la meditación; es duro ¿verdad?, más allá de uno mismo.
Cuando la persona rebasa la medida de su propio hemisferio, de su círculo no se pasa, entonces, se encuentra con otra realidad, una realidad que a su vez creará con
el tiempo otro círculo no se pasa, hasta que llegue un momento que el círculo
es tan grande, tan extenso que se confunde con la majestad del infinito.
Pues bien, estamos haciéndolo aquí.
Cuando estamos en silencio, estamos haciendo contacto con el
infinito, somos parte del infinito, no somos seres separados; estamos en la paz
y, por lo tanto, aquí no hay karma, no hay egregores, no hay intenciones más o
menos violentas hacia los seres humanos que nos rodean; sólo existe paz.
Solamente el espíritu que no argumenta nunca sobre la paz se remite a vivirla
con toda la intensidad que sea posible dentro de sus corazones. A partir de
aquí, despreocupación absoluta porque esto es la liberación. No se preocupen
de los demás; sigan su camino siempre en este sentido y se darán cuenta cómo
realmente algo habrán ganado en su vida y que alguna parcela de paz destilará
la suficiente grandeza como para inspirarles una obra superior.
Interlocutor.— Es para decirte referente en cuanto a la paz, pues para mí
dentro de este cuaternario que estamos, para mí ha sido siempre un mito;
pero esto no quiere decir que la paz en el hombre no pueda existir.
Son muy pocos hombres los que han pasado por este mundo y
han conseguido la paz, pero no todos.
La paz se puede conseguir internamente en el hombre.
Cuando la haya conseguido en él, estará tranquilo.
Vicente.— ¿Y por qué no la busca usted directamente entonces? ¿Por qué
hace tanto énfasis sobre el cuaternario? ¿Por qué no piensa en términos de
tríada?
Interlocutor.— Es que nos encontramos aquí y todavía no...
Vicente.—... por esto le digo, porque nos encontramos ahí y hay que salir
de ahí.....
Interlocutor.—... estoy luchando pero...
Vicente.— Dense cuenta que estoy diciendo que no argumenten sobre la
paz. No argumenten sobre un estado. Vivan, ¡Vivan este momento! ¡Sean
conscientes de este momento! ¿No se dan cuenta que existe algo maravilloso en
este ambiente? Eso es lo interesante, captar la grandeza de este momento, no
tratar de coartar su vida ni cortar las alas de este impulso, sino quedar quietos,
sosegados, esperando la revelación que viene siempre en momentos de paz
espiritual.
Interlocutor.— Hemos entendido la síntesis hace mucho tiempo y la he de
buscar porque está ahí dentro.
Vicente.— Bueno, hoy tengo que estar temprano. ¿Están Uds. identificados,
verdad? Bien, yo creo que las palabras ya sobran. Vamos a hacer un poco de
silencio y lamento que tengan que venir tan temprano para sentarse y que estén
aquí de una manera molesta, que Uds. están aquí sufriendo físicamente y esto
me sabe mal. De todas maneras, es bonito reconocer el espíritu de sacrificio que
esto significa.
Interlocutor.— Quisiera hacerte una pregunta si pudiera ser, es una duda
que tengo yo, si nosotros somos humanos, los ángeles, los devas ¿son de la
misma naturaleza que nosotros, o han sido como nosotros,
o es una creación aparte?
Vicente.— En estos momentos, ¿qué importancia tiene esto?
Interlocutor.— Es una duda que tengo yo hace mucho tiempo.
Vicente.— Bien, entonces, si hay paz es que hay un contacto dévico;
¿podemos suponer que estemos en estos momentos tan dentro del mundo
dévico que sintamos la paz? Porque la paz siempre viene de una gran efusión
de fraternidad; es decir que el hombre y el ángel son de idéntica naturaleza
porque provienen de Dios; quizá tengan forma diferente como el reino animal,
el reino vegetal y el reino mineral; todos pertenecen a la misma idea divina. Lo
que me interesa a mí es crear un arquetipo humano, como los devas tienen su
propio arquetipo; como cada reino, cada especie de la naturaleza tiene su
propio arquetipo de perfección, lo cual no significa que sea una meta rígida,
sino que va evolucionando el arquetipo también a través de las edades.
Entonces, a la pregunta de sí el hombre y el deva son de la misma naturaleza se
puede contestar que sí; ahora, lo que varía es la forma, porque el individuo o el
ser humano tiene una forma cualificada para expresar ciertos impulsos
naturales; y el deva, el ángel, está cualificado para otra serie de impulsos o
reacciones del espacio provenientes del éter.
Bien, entonces lo que significa esto
es que lo que hay que buscar en todo caso es el equilibrio entre el hombre y el
ángel para encontrar la paz y, entonces, si hay paz, para mí está todo dicho. Yo,
cuando siento que hay paz, pierdo los argumentos, porque no quiero perder el
éxtasis de la Paz, por tanto, si Uds. me lo permiten, yo haría ahora el silencio.
Conferencia de Vicente Beltrán Anglada
En Barcelona,, a 10 de Enero de 1981
Conferencia digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G..T..C..)
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio
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