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sábado, 18 de enero de 2014

Inteligencia Emocional para Desempleados

 
 
Inteligencia Emocional para Desempleados
 
 

¿Qué puede hacer el desempleo conmigo?
 
Muchos son lo estados emocionales que el desempleo puede generar en la salud mental de la persona desempleada, y que pueden terminar por afianzar ideas, del tipo: "No puedo más...", "Estoy a punto de rendirme...", "Soy licenciado y ni siquiera me quieren para prácticas", "Continuamente pasa por mi cabeza la idea de acabar con todo definitivamente", "Necesito ayuda, guía...", "No sé por dónde empezar...", "Creo que ya no puedo controlarlo más", "Si no encuentro trabajo ya, mi vida se va al garete...", "Haga lo que haga, no encontraré trabajo porque todo está fatal".
 
 
Se ha puesto de manifiesto en numerosas investigaciones que la pérdida de empleo, (por la merma de aportes psicosociales, la pérdida de habilidades laborales, y la percepción de no poder planificar el futuro, además de cuestiones relativas a la pérdida de estatus o posición social valorada), afecta a la salud mental y el deterioro es rápido, y este deterioro sobre la salud mental no es la única afección, sino que el deterioro comprende la salud en tanto en tanto en cuanto es definida por la OMS: Bio-psico-social.
 
 
Y es que: un largo periodo de inactividad puede derivar en que la persona descuide hábitos tan básicos como el sueño, la comida, y en casos más agudos, la higiene y las relaciones sociales, y desarrolle conductas de carácter adictivo. Las relaciones sociales pueden verse afectadas por el sentimiento de inferioridad del desempleado ante un círculo de personas con mayor poder adquisitivo, normalmente trabajadores.
 
 
Consecuencia de todo ello, y de la falta de habilidades emocionales con la que habitualmente enfrentamos cualquier suceso vital transcendente, la autoestima se ve mermada, y esto puede constituir el caldo de cultivo de consecuencias nada deseables, ya que la autoestima instaura una serie de perspectivas, confianzas y expectativas, en definitiva profecías, sobre lo que es "posible", y tanto cuando la autoestima es alta como baja, aquellas se cumplen por sí solas. Un desempleado corre el riesgo de autoprogramarse para el fracaso, cuando comienza a pensar en el registro de las ideas que iniciaban este artículo.
 
 
Cuatro son los estadios, por los que se suelen pasar cuando una persona se enfrenta a un acontecimiento desestabilizador como el desempleo, o un suceso vital transcendente: Negación: no aceptar lo que está ocurriendo; Ira; Depresión; Aceptación: fase a la que se llega si se superan las fases anteriores.
 
 
Este proceso de adaptación al nuevo escenario aumenta el riesgo de un mayor consumo de sustancias tales como alcohol o tabaco, y algunos estudios han señalado que, ante la angustia vital sentida, aumenta la utilización de servicios profesionales no médicos, tales como sanadores, medicina alternativa, y se deposita confianza en videntes, echadores de cartas, y cualquier recurso que ofrezca algo de esperanza. En este sentido, hace poco se ofrecían datos en los que se confirmaba que se había experimentado, durante la crisis económica y consiguientemente el aumento de desempleados, un incremento en visitas a este tipo de recursos.
 
 
Sin embargo, por muy duro que sea el momento vivido, convendría recordar aquellas palabras de Samuel Johnson: "La fuente de la alegría debe brotar en la mente, y quien conozca tan poco la naturaleza humana como para buscar felicidad en cualquier cosa que no sea su propia disposición, malgastará su vida en esfuerzos infructuosos y multiplicará las aflicciones que se propone suprimir".
 
 
¿Qué puedo hacer yo con el desempleo?
 
Y, en efecto, quizá lo que más nos interesa es identificar las condiciones "emocionalmente inteligentes" que han de darse en una persona afectada por el desempleo, para que su acción sea apropiada para conseguir sus objetivos y alcanzar su meta.
 
 
Tomando como base la manida definición de Inteligencia Emocional, que nos ofrece Daniel Goleman: "La capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones", podemos establecer dos niveles.
 
 
En un primer momento, a nivel intrapersonal, cobra especial importancia en una situación de estas características, el Autoconocimiento, es decir: tomar conciencia del propio estado emocional, fruto de la situación; conocer los puntos fuertes, personales, y descubrir la forma de desarrollarlos. La Autogestión: (aprender a gestionar las propias emociones como elemento catalizador de avance, o diseñar estrategias realistas para alcanzar las metas y deseos personales), clave para encarar una situación de desempleo.
 
 
Aprender a motivarse, implica trabajar sobre los sentimientos que nos apartan de un alto nivel de motivación, ya que actúan como gafas que alteran las formas básicas de percibir la realidad, y hacen que se perciba de un modo distorsionado. Estos sentimientos son:
 
 
1.- Sentimiento de obligación: "tengo que encontrar un buen trabajo", "tengo que formarme en X";
 
 
2.- Queja: "nadie hace nada por mi", "si por lo menos a alguien le interesara mi curriculum"…. "todo está muy mal y así no encontraré trabajo nunca", "los puestos de trabajo están dados de antemano";
 
 
3.- Miedo: "si no encuentro trabajo, mi estilo de vida se verá afectado", "no lo resistiré";
4.- Culpa: "soy el culpable de no poder dar vacaciones a mi familia", "soy el culpable de que mis hijos no puedan tener todo lo que me gustaría", "cuando tuve trabajo, tenía que haber ahorrado";
 
 
5.- Resentimiento: "Ninguno de mis antiguos compañeros sacó la cara por mí cuando me despidieron", "Después de creer que gozaba del cariño de mi jefe, prescindió de mí, sin darme explicaciones".
 
 
Cuando uno consigue "traspasar las ideas" que actúan como un virus mental, que hacen comprender a la persona desempleada, que las cosas son más graves de lo que en realidad son, y que incluso van a ser todavía peor, es cuando únicamente, se es capaz de saber transmitir la valía personal, y ser percibido como profesional cotizado y reconocido.
 
 
En definitiva, aprobar esta asignatura consiste en comprender que uno vale por lo que ES, no por lo que hace, o por el estatus social que le otorga un puesto de trabajo... quizá sea una de las ideas que hay que instaurar, para prevenir el malestar de quien, al no trabajar, piensa que ya no es nada. "Aflojar los grilletes de la mente condicionada", implica cuestionar la creencia, que tanto daño hace, de que SOMOS el lugar que socialmente ocupamos.
 
 
Buscar trabajo de un modo emocionalmente inteligente nos garantiza hacerlo con sosiego y con paciencia, con una visión de la realidad nítida, y con toda la energía enfocada hacia el objetivo deseado, mientras que buscar empleo de modo neurótico, implica hacer sin hacer y actuar sin actuar, y sin embargo creer que se están haciendo cosas, cuando en realidad se permanece inmóvil.
 
Una persona emocionalmente inteligente, nunca puede creer que hay fuerzas externas a él que controlan su vida. Con trabajo o sin trabajo uno no puede abandonar las riendas de su vida. Eso es tanto como darle la llave de nuestra felicidad a la "tenencia de trabajo".
 
 
"Que el desempleo no pueda con usted"
Ante cualquier situación, y no es diferente la búsqueda de empleo, uno de los obstáculos para la gestión emocional es "Quererlo ¡YA!". Dicho de otro modo: tratar de hacer algo, sea lo que sea, para "quitarse la emoción" displacentera. Y esto, suele resultar contraproducente, ya que tal y como señala Jung: "A lo que te resistes, persiste". De que sirve resistirme a mi nueva situación de desempleo?. Es preferible dedicarse a "cooperar absolutamente con lo inevitable", y no alimentar pensamientos tóxicos.
 
 
Cooperar con lo inevitable implica actuar con serenidad y conscientemente en la consecución de los objetivos personales, no malgastar energía en inútiles sentimientos de culpa, ni resentimientos estériles. Actuar sin resistencia, ya que actuar es el único modo de dejar patente que estar parado no es igual a estar inactivo. No encontrar un trabajo en los tiempos deseados, no es el fin, no constituye una derrota vital, debería contemplarse como una situación "incómoda" a la que enfrentarse.
 
 
Por muy desagradables o displacenteras que nos resulten las emociones derivadas de una situación de desempleo, es importante saber que no son "emociones malas", ya que las emociones no tienen una connotación moral, únicamente nos informan de necesidades, y cuando se avanza hacia donde se necesita, el "sistema emocional" felicita a quién lo hace con emociones placenteras. En cierto modo actúan como brújula o guía de comportamiento, pero antes es necesario transformarlas.
 
 
Otro tema a tener en cuenta cuando nos enfrentamos a una situación de desempleo, es la necesidad de salir del "área de comodidad", del área conocida. Algo que siempre puede dar vértigo, pero uno ha de entender que en la vida laboral de una persona, puede y debe haber cambios, de especialidad e incluso de actividad o de sector: "Reinventarse a uno mismo" e incluso aceptar que hay que construir sobre otros pilares, son ideas que no conviene rechazar.
 
 
Nunca se debe de perder de vista que la resistencia psicológica, es un factor clave en la búsqueda de empleo. Maslow define el concepto "brecha continental", y afirma: "el estrés divide a las personas en dos grupos: las que desde el comienzo son demasiado débiles para soportarlo y las que son suficientemente fuertes para enfrentarse a este mismo estrés, de modo que si lo logran, les fortalecerá, les atemperará y les hará más fuertes". Una situación de desempleo puede ser vista como una oportunidad para hacerse fuerte, en vez de cómo una amenaza limitadora o debilitadora. Saber aguantar el golpe que supone una situación de desempleo, es reflejo de resistencia psicológica.
 
 
Ante una situación como el desempleo, que puede ser interpretada como un acontecimiento desestabilizador, la tentación es erigirse como víctima, y quejarse, máxime cuando las víctimas obtienen la compasión de los demás, y no evitan la autocompasión. Lo difícil, pero quizá lo más útil, y siempre lo que más nos aproxima al concepto de felicidad, es avanzar aprendiendo de lo que la vida pone ante uno, y responder o responsabilizarse de lo que "hay de uno" en la situación que le ha tocado vivir. Responsabilizarse no es culpabilizarse, responsabilidad implica aprender de lo que toca vivir.
 
 
Enfrentarse a la nueva situación desde el victimismo, es tanto como atarse un bloque de plomo en los pies y "arrojarse al mar". Una actitud así bloquea la acción proactiva y reactivamente me tumba en el sofá a esperar que suene el teléfono con "la oferta de empleo" que me saque de donde me encuentro.
 
 
Me gustaría rescatar una reflexión de Christopher Lash, ("In defense of shame", The New Republic, 10 de Agosto de 1992): "¿Hace realmente falta señalar, a estas alturas, que las políticas públicas basadas en un modelo terapéutico del Estado han fracasado miserablemente, una y otra vez? Lejos de fomentar el respeto a uno mismo, han creado un país de personas dependientes. Han dado lugar a un culto de la víctima en el que los derechos se basan en la muestra de toda la serie de daños infligidos por una sociedad egoísta. La política de la "compasión" degrada tanto a las víctimas, reduciéndolas a objetos de pena, como a sus supuestos benefactores, que consideran más fácil apenarse de sus conciudadanos que someterlos a normas impersonales, cuyo logro les haría respetables. 
La compasión se ha convertido en la cara humana del desprecio".
 
 
Resiliencia
Hace no mucho, encontraba en una página de Internet, el siguiente testimonio: "Me levanto por la mañana y ya no sé lo que he de hacer, no hay rutina que guíe mis actos, y lo que es peor: desconozco de mí lo que deseo, y así termino haciendo lo que hacen los demás, o comienzo a hacer lo que los demás desean que haga, anulando la creatividad y cualquier posibilidad al rediseño de actuaciones para mi nueva situación de desempleado. Comienzo a pensar en el suicidio".
 
 
Muchas situaciones de desempleo ponen al rojo vivo en la persona la falta de sentido de su vida, sin embargo no hay verdad más grande y valida para cualquier ser humano que "la felicidad se encuentra en el interior y no es una meta concreta, porque la meta remite al futuro, y el presente es lo más real que tiene el ser humano". En una situación de desempleo es comprensible que la persona se pregunte por el sentido de su vida, y en situaciones dificiles, no es facil sabe responder acertadamente a esa pregunta. Lo que si parece obvio es lo desacertado que es creer que uno no puede ser feliz si está en una situación de desempleo, ya que es tanto como pensar que la felicidad la da el trabajo, y uno no tiene responsabilidad sobre ella.
 
 
Una persona emocionalmente inteligente, es una persona que sabe recuperarse de un despido o una situación de desempleo, que a primera vista se presentan como acontecimientos abrumadores. Una persona que se sabe enfrentar a una situacion de desempleo, no es una persona que no siente rabia o miedo, es más bien una persona que no consiente que esas sean las emociones brújula de su vida, y cuando ésto ocurre, no descuida su estado de salud, no se refugia en el consumo de sustancias o cualquier otra conducta adictiva, es capaz de adaptarse a la situacion nueva que le toca vivir, incluso es capaz de aprender y poner en práctica nuevos modos con los que obtener dinero.
 
 
Mucho se ha escrito sobre Inteligencia Emocional en líderes, directivos u otro tipos de profesionales, sin embargo, ser emocionalmente inteligente no es aplicar una serie de técnicas sobre la función o trabajo desarrollado, sino que implica un cambio personal que comienza por el autoconocimiento y la liberación de bloqueos interiores.
 
El autoconocimiento, la autogestión y la automotivación personal no son cuestion de apariencias, y vencer la tendencia a sentirse víctima de los acontecimientos no es una cuestión que se pueda disimular, sino que implica una reflexión profunda y un compromiso personal con el cambio. Podríamos decir que la persona emocionalmente inteligente, lo es o no lo es, no tanto en función de a lo que se dedique, sino de su actitud ante los retos que se le plantean. No es atrezzo o decoración en escenarios, es contenido de la obra, e implica haber trabajado mucho para ampliar el registro de "habilidades para la vida".
 
 
No es fácil resistir a la adversidad, es más bien un arte, un arte de la persona que se ha comprometido a extraer aprendizaje de cualquier dificultad que se le plantea. La consecuencia de todo ello es una serenidad interior que predispone a la acción proactiva, al pensamiento optimista, que es lo que más acerca a la conducta efectiva.Es dificil aceptar que las situaciones en las que una persona siente desequilibrio, como lo es una situación de desempleo, son las que más le hacen crecer, ya que le le interpelan directamente, le cuestionan sus paradigmas y generan una necesidad de cambiar las creencias. Si uno se enfrenta, sale fortalecido.
 
 
La merma de la autoestima que habitualmente sufre un desempleado, sería conveniente combatirla con la responsabilidad y el compromiso con los objetivos personales, como antídotos que no fallan, y siempre mantener a raya el sentimiento de culpa, la autocompasión, el miedo o la rabia como si fueran venenos que inmovilizan.
En palabras que ya fueron escritas: "diseñar un plan personal para enfrentarse a la nueva situación, intentando detectar y gestionar las emociones derivadas, es el camino para no quedarse anclado en la autocompasión. Uno no nace emocionalmente inteligente, sino que es un potencial al que podemos acceder y desarrollar".
 
 
Eficiencia y éxito en la búsqueda de empleo: competencia emocional
Tom Peters, uno de los intelectuales de la gerencia y los negocios más reconocidos a nivel mundial, y autor de "En Busca de la Excelencia", considerado como uno de los grandes libros de la literatura gerencial de todos los tiempos, escribió: «En el caso de que tenga usted quince años, deje de burlarse de los "tontos" de su clase... porque ¡llegará un día en que tendrá que trabajar para ellos!».
 
 
La práctica totalidad de las investigaciones de los últimos veinte años concluyen, que la excelente evaluación académica de una persona no dice absolutamente nada del modo en que esa persona reaccionará ante las dificultades en su vida, como pueda ser la búsqueda de empleo, resultando que de una excelente evaluación académica, únicamente se puede colegir que una persona es excelente resolviendo pruebas de evaluación académica. 
 
 
Y no sólo eso, sino que la mayor parte de personas con un cociente intelectual alto, 
terminan trabajando como subordinados de gente peor dotada intelectualmente, o no trabajando, ya que es muy bajo el porcentaje de éxito atribuible 
al cociente intelectual de la persona exitosa, en cualquiera de los ámbitos en el que la contemplemos: trabajo, pareja, familia… etc.
 
 
Sin embargo, en el contexto en el que habitualmente se desenvuelven y desarrollan las personas que buscan empleo, básicamente de intercambio y participación, una serie de competencias emocionales, si son significativas e incluso determinantes en el éxito y la eficiencia, ya que enfrentar situaciones, o situarse ante el entorno con eficiencia y obtener resultados exitosos, no depende del exhaustivo conocimiento analítico del mismo, sino de la capacidad operativa de actuar sobre él, y en este sentido las emociones si juegan un papel concluyente de éxito o de fracaso.
 
Desde mediados de los ochenta, H. Gardner, desarrolla la idea de que el hombre no posee un solo tipo de inteligencia, y en este sentido, gran parte de los autores se han puesto de acuerdo en diferenciar dos tipos de inteligencia emocional: la intrapersonal y la interpersonal. El propio Gardner, define la inteligencia intrapersonal como «la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta», y la inteligencia interpersonal como «la capacidad de discernir y responder apropiadamente a los estados de ánimo, temperamentos, motivaciones y deseos de las demás personas», algo que no parece fácil de adquirir únicamente estudiando.
 
 
En el mundo de la búsqueda de empleo, estas conclusiones han tenido un fuerte impacto, ya que la forma tradicional de contratación, fundamentada únicamente en la brillantez de un currículum, está cediendo terreno a una concepción más amplia y abierta, que plantea la necesidad de dar un salto cualitativo hacia la incorporación de profesionales abiertos al trabajo en equipo, capaces de tolerar el malestar y la frustración, y abiertos a la búsqueda constante de soluciones a los retos que plantea el mercado. Se plantea la necesidad de un nuevo diseño de las empresas y de la redefinición del pensamiento de negocios, en torno a algunos de sus temas fundamentales: el liderazgo, la formación, las relaciones con el cliente, el modo de crear valor, el papel de la mujer o la capacidad de redefinir constantemente el objeto de trabajo.
 
 
De modo que la competencia intelectual no dice prácticamente nada en el pronóstico de la eficiencia personal y profesional, ya que éstas tienen más que ver con las competencias emocionales, que determinan el grado de habilidad en el manejo del resto de facultades y potencialidades, incluido por cierto, el intelecto.
 
 
Después de conocer la diferenciación de mentes, que en 1995 señaló D. Goleman: una mente que piensa y otra mente que siente, y tras lo concluyente de todos los estudios posteriores, parece evidente que "la mente que siente" es algo a tener en cuenta a la hora de interpretar el éxito de las trayectorias vitales, o de diseñar procesos de formación de personas. En este sentido L. E. Shapiro en su obra «La inteligencia emocional de los niños» escribe que «en forma paradójica, mientras que cada generación de niños parece volverse más inteligente, sus capacidades emocionales y sociales parecen estar disminuyendo vertiginosamente».
 
 
Concluyendo, diremos que una persona cuanto más desarrollada emocionalmente sea, más disfrutará de una situación ventajosa en el ámbito de la búsqueda de empleo, más tenderá a sentirse satisfecha, y por ello, podrá persisitir, y será más eficiente por ser capaz de gestionar los hábitos mentales que determinan su éxito. Ser emocionalmente inteligente en la búsqueda de empleo, previene de emociones displacenteras y muy desagradables, que muy a menudo, hacen que la gente desista anímicamente del compromiso con su objetivo vital.
 
Autor:
Dionisio Contreras Casado
 
Celebremos la vida !!!
Juan Carlos Fernández
 
 
 
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio

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