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jueves, 16 de enero de 2014

EL ÁNGEL DE LAS RELACIONES AMOROSAS


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EL ÁNGEL DE LAS
 RELACIONES AMOROSAS 
 
Las relaciones amorosas significan mucho más que el solo hecho de atraer el alma correcta para que sea nuestro compañero o compañera, y también significan más que encontrar la receta para vivir con otra persona sin tener ninguna clase de conflictos, pues los verdaderos vínculos incluyen a toda la familia planetaria. 
 
La piedra fundamental sobre la que se basan esta clase de relaciones es la responsabilidad, la habilidad para responder a las necesidades de otra persona sin minimizar la responsabilidad con la que él o ella tienen que cargar. Estas es la clave para establecer una relación correcta. Esto nos dice que, si dos personas han de disfrutar de una relación, cualquier clase de relación – entre amigos, amantes, esposos, entre padres e hijos o entre personas que trabajan en el mismo lugar – ambas partes debe ser responsable. Y esta responsabilidad incluye la comprensión de lo que se refiere para establecer un buen vínculo y para responder plenamente a esas necesidades. 
 
Además, esto debe hacerse sin violar la libre voluntad del otro y sin dejar pasar las ocasiones que puedan presentarse para que la otra persona pueda crecer, física, emocional, mental y espiritualmente. 
 
Debemos recordar que cada uno de nosotros viene al mundo con una tarea específica para su alma, y que, en la escuela de la vida, no debemos ocupar el lugar de otras personas, ni tratar de aprender las lecciones por él o por ella. Si, en su nombre, hacemos las pruebas que corresponden a otro, incurriremos en un engaño cósmico y sumaremos karma por los problemas que causemos. La significación de la palabra “responsabilidad” es la cualidad de ser responsable sin entrometernos, para poder concentrarnos en dar lo que se necesita. 
 
Pero, en verdad, todo lo que tenemos para dar a cualquiera es el fruto de nuestra propia conciencia, lo cual significa que, una vez más, el punto de partida de cualquier relación correcta y amorosa es el individuo al que estás mirando en el espejo. 
 
En primer lugar, no podemos amar auténticamente a otra persona si no nos amamos a nosotros mismos, y esta verdad está explicada y destacada en el Nuevo Testamento. En Marcos, 12:28-31, leemos: “Y acercase uno de los escriba que les había oído y, viendo que, les había respondido muy bien, le pregunto: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”. Jesús le contestó: ‘El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 
 
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existen otros mandamientos mayores que estos”. Jesús nos dijo que “nuestro Dios es el único Señor”, queriendo decir que la divina conciencia, el Yo Superior, es el único YO de cada individuo en este plano y más allá. Después de establecer el principio de identidad universal, Jesús nos dijo que amemos a nuestro YO con todo lo que tenemos. 
 
Así, tenemos que amar, adorar, apreciar y cuidar a este magnífico Ser Superior que somos con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas. Y como nuestra divina individualidad está reflejándose continuamente en nuestra personalidad y en nuestros cuerpos físicos, no debemos pasar por alto totalmente al “círculo”. Aunque no llegaremos a sentir hacia el yo que se manifiesta en el plano físico el mismo tipo de arrobamiento y de apasionada afección que sentimos por el Único Señor que mora en nosotros, deberíamos experimentar una profunda sensación de estima y aprobación y un fuerte sentimiento amistoso hacia la persona que somos en el mundo. Esto también es Amor. 
 
Recuerda, sólo existe un faro de luz. Lo que llamamos la naturaleza inferior no es otra cosa que la Luz aún no realizada que se encuentra en el extremo inferior del espectro. Si el Amor puede transformar a las bestias más salvajes, también puede, con toda seguridad, ser capaz de domesticar al ego. La tercera parte del más grande de los mandamientos es la de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 
 
Prójimo quiere decir “otra persona”, y como cualquier otra persona es una manifestación del mismo YO y del mismo espíritu YO SOY, el mandamiento, simplemente nos está diciendo que amemos a esa única Presencia que se espera en muchas formas, independientemente de cuál sea la máscara (es decir la persona) que esa Presencia esté vistiendo en este mundo. Hay que comprender que lo que estamos viendo en los otros, y también lo que estamos recibiendo de ellos, es una proyección de lo que hay dentro de nosotros mismos, y que esto puede aplicarse a todo el espectro de nuestras relaciones. 
 
La mayoría de las veces, se trata de pensamientos y sentimientos que han sido reprimidos. Pero toda energía debe ser expresada de alguna manera, y la energía reprimida se expresa por medio de la proyección, por ejemplo, al atribuir a cualquier otra persona ciertas características de nosotros mismos para poder experimentarlas a través del otro y poder, así aprender de esa experiencia. 
 
Para ser más concreta, si tú dices que “nadie quiere comprometerse conmigo”, lo que realmente estás diciendo es que no quieres comprometerse contigo mismo, y quizás, esto se deba a que no te sientes valiosa o digna de ser estimada, y no crees que valga la pena comprometerse contigo. 
 
La raíz de esta minusvaloración podría muy ser alguna forma de culpa que se encuentre oculta en las profundidades de tu conciencia, una sensación de culpa por algunos errores del pasado por los cuales tu misma te has condenado y, por lo tanto, sientes que debes ser castigada. 
 
Lo que estás proyectando sobre los otros es “No te acerques y no te intereses en mí, porque me he sentenciado a una vida de apartamiento de toda relación amorosa”. La otra persona se hace eco de tu proyección y actúa en consecuencia con lo que le estás diciendo. Lo que oscurece nuestra conciencia de la presencia del amor en nosotros mismos y en nuestras relaciones es la culpa. 
 
Cuando dos personas continúan aprendiendo sus lecciones para lograr perdonar, su culpa decrece proporcionalmente: mientras menos culpa haya, mayor será el amor que podremos experimentar. Este es el amor que “crece” en el seno de una relación. 
 
En realidad, lo que ocurre es que la culpa decrece a través del perdón y esto permite el crecimiento del amor que siempre estuvo listo para crecer en nuestras mentes. Nuestras relaciones, más que cualquier otra actividad de nuestra vida, son las que producen la mayor cantidad de efectos kármicos. 
 
Cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras, afectan de una u otra manera, el desarrollo de nuestras relaciones. Todo cuanto damos ha de volver a nosotros, de modo que el mandamiento de “amaos los unos a los otros”, es realmente una guía para vivir más armoniosamente a través de la aplicación correcta de la ley kármica. 
 
Al ser plenamente conscientes de que siempre cosechamos lo que sembramos, podremos comenzar a edificar una relación correcta – con pensamientos amorosos, palabras de aliento y acciones constructivas – tanto en nuestro hogar como en nuestro lugar de trabajo, y en todas partes en las que nos tengamos que desenvolver. 
 
Uno de los más famosos principios herméticos nos dice que como es arriba es abajo. Esta es una Verdad Absoluta que nos lleva a tratar con la ley de las correspondencias y nos capacita para solucionar un problema yendo más arriba del nivel en donde parece estar nuestra dificultad. Podríamos decir: “Mi conciencia de mi Yo Divino como la fuente de mis relaciones amorosas es mi relación amorosa”. Tú sólo puedes tener lo que eres consciente de tener. Como es arriba es abajo. Al aplicar este principio, estás pasando del efecto a la Causa, estás ingresando en el reino creativo de tu Espíritu, y dejando que las vibraciones de tu naturaleza superior sean el poder de atracción y armonía. 
 
Considéralo de esta forma: El lugar en donde estás experimentando la necesidad de una relación amorosa (o tratando de llevar armonía a una relación difícil) es el punto que representa el “abajo”. 
 
Exactamente por encima de este nivel se encuentra tu naturaleza pensante y sensible, la cual es el punto que representa el “arriba”. En este nivel, estás proyectando una vibración de necesidad (de no tener) y quizás también alguna clase de fricción, un temor, una culpa o una sensación de minusvaloración. Como es arriba es abajo. 
 
Sin embargo, cuando asciendes al nivel superior de conciencia, te conectas con la Energía del Yo Superior, la cual se derrama a través de tu conciencia y se vuelca hacia el mundo fenoménico para crear el vínculo de armonía que has estado buscando. El nuevo “arriba” te ha de revelar un nuevo “abajo” y, de esta manera, demuestra la Verdad de esta antigua ley. Y, cuando se trate de establecer una relación agradable, no olvides la frase que afirma que “ambas partes deben ser responsables”. 
 
Cuando tienes conciencia de tu Yo Superior, como fuente, causa y calidad de tus vinculaciones con los demás, el Yo Superior asume la total responsabilidad y se hace cargo de trabajar en y sobre todo aquello que te preocupa – para darte lo que necesitas. Sólo existe una relación, y es la Relación con el Señor que mora en nosotros, y si podemos dejar de mirar “hacia fuera” en busca de soluciones y si dedicamos nuestro tiempo y atención al Magnífico Único que se manifiesta en nosotros, y si amamos a ese Yo con todo nuestro corazón y toda nuestra mente, nuestras vidas se verán completadas con el milagro de una relación. 
 
Pregúntate a ti misma si no ha llegado el momento de dejar de poner trabas y límites a tu ser ilimitado. Pregúntate también si no es tiempo de eliminar todas las condiciones que le estás imponiendo a la gran conciencia incondicionada de tu Sagrado Yo. 
 
Independientemente de cuán lejos hayas llegado en el camino espiritual, sabes, intuitivamente, que la solución de todos los problemas está dentro de ti lo que significa que tu vida y tu mundo pueden ser curados y armonizados por el Señor y Yo Superior que tú en verdad eres. Como un ego temeroso y frustrado, puedes dedicarte a psicoanalizar cada problema que se presenta en tus relaciones hasta que te encuentres caída en medio de un montón de basura. 
 
Y durante todo ese tiempo, tu sonriente, amoroso, alegre y omnisapiente Yo Cósmico está esperando para “hacer todo de nuevo” en tu vida. Todo lo que necesitas para poner manos a la obra es tu voluntad de rechazar las proyecciones del ego, de trabajar con la ley de Causa y Efecto, haciendo el bien, sin mirar a quién y tu conciencia de tu Presencia y tu reconocimiento de que esa es la única relación. 
 
Con tu compromiso de desprenderte del temor y de la culpa y con tu comprensión de la ley, unido a tu conciencia y a tu reconocimiento, estarás edificando una conciencia como la que has deseado. Muy pronto, el vínculo de inocencia y armonía, entre tú y “esa persona”, estará firmemente establecido. Y no importa si en este momento conoces, o no, el nombre de “esa persona”, pues el Espíritu estará libre para desarrollar la actividad que le permitirá atraerla y tomar la decisión correcta. 
 
No sólo te llevará a establecer vínculos con todas las relaciones correctas, sino que también te ayudará a liberarte de aquellas que ya no pertenecen a tu vida. Invocando al Ángel de las Relaciones Amorosas, esta energía viviente y consciente libera una vibración especial que nos condiciona para hacer, intuitivamente, una correcta elección de nuestras relaciones personales, incluso en caso de aquellas que nos llevan al noviazgo y al matrimonio. 
 
Sin embargo, no se limita sólo a los asuntos del corazón. Es un centro de poder que, constantemente, nos está recordando la responsabilidad que viene aparejada con el ejercicio de nuestra libre voluntad en la elección de cualquier clase de vínculo emocional. 
 
Si esta energía se encuentra bloqueada por nuestros propios sentimientos de culpa, de temor, de rechazo o por un bajo sentido de nuestro valor, nuestra habilidad para discernir correctamente se ve por completo oscurecida y la consecuencia es la elección equivocada de nuestras relaciones, lo que nos llevará a un amor no correspondido y a experimentar problemas sexuales. 
 
El Ángel de las Relaciones Amorosas es representado por Géminis, la poderosa fuerza que un día habrá de crear la unidad de todo el planeta. Esta energía es una fuerza de unión que vincula y muestra las relaciones, las relaciones entre el ritmo y la forma, entre el yo y la sustancia, y entre el yo y sus vecinos y parientes. 
 
En este símbolo de la sabiduría divina está implícito el propósito del amor divino. Amor y sabiduría son una pareja que no puede ser separada, y es en esta polaridad que vemos cómo se manifiesta la luz arquetípica de Cristo. Finalidad: Asegurar que elijamos correctamente nuestras relaciones; es la energía primaria que impulsa el noviazgo y el matrimonio. 
 
Rasgos negativos que pueden presentarse a partir de las proyecciones del ego: malas decisiones y elecciones equivocadas en el ámbito de nuestras relaciones; amor no correspondido; problemas sexuales. Su energía resulta bloqueada debido a: la sensación de que uno “no vale nada”; la culpa y la creencia de que es necesario ser castigados por los errores del pasado; el miedo a ser rechazado. 
 
 
Publicado por María Elena Syro P 
Fuente Del Curso de Ángeles de Alexiis 
 
 
 
UN Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio

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