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domingo, 7 de junio de 2015

Contratos Familiares, Códigos que nos Impiden Ser lo que Somos

 

 

Contratos Familiares

Códigos que nos Impiden Ser lo que Somos

 

 

 Son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de nuestras mentes en forma de creencias y de todo tipo de inhibiciones que nos paralizan.

Cuenta Marianne Costa que en un momento de su vida escribió en un papel de pergamino: “soy una fracasada”. Después lo firmó con una gota de su sangre y lo enterró. En ese lugar plantó una bella flor y empezó a diseñar su realidad liberada de esa maldición. (Es un acto psicomágico, donde nos liberamos de esos códigos que recibimos de nuestra familia). 


Un contrato es un acuerdo entre dos partes que se comprometen a dar algo y a recibir algo a cambio. Pero no todos los contratos están sobre papel, ni siquiera son verbalizados, ni tampoco todos están en el plano de la consciencia. Más aún, como en el caso del nombre, hay contratos que aceptamos en desigualdad de condiciones porque se “sellan” en la más tierna infancia: el niño intuye que el incumplimiento implica no ser querido, lo que significa la muerte. Nuestro cerebro más primitivo nos dicta la orden de obedecer cuando la amenaza es ser expulsado del clan.

Estos contratos pueden afectar a nuestros cuatro egos: Ejemplos de contratos intelectuales:

Muchas de las creencias que tenemos son contratos que mantenemos con nuestro árbol genealógico, ideas que se nos han transmitido desde nuestros bisabuelos y que no podemos cuestionar. (Debemos deshacernos de cualquier creencia que no sea bella y útil)

a) “Serás abogado, como los hombres de provecho de esta familia”
(En árboles donde el artista es considerado como un muerto de hambre, que en realidad no sabe hacer nada)

b) “En esta casa se habla cristiano”
(No me salgas con querer estudiar lenguas…sólo hay que hablar una lengua: la materna)

c) “Eres torpe como tu madre” (Una profecía que actúa como una maldición que acaba cumpliéndose)

d) “En la vida debemos dejar las cosas igual que nos las hemos encontrado”
(Señal de que el árbol se ha estancado…)

e) “Un hijo nunca debe superar a un padre”
(Una locura absoluta que se conecta con la neurosis de fracaso)

Los contratos intelectuales son como las “ideas irracionales” que describe Albert Ellis, raíces de nuestras emociones perturbadas y comportamientos desajustados. La psicogenealogía conecta con su famosa y en muchos casos efectiva RET (Terapia Racional Emotiva), en el sentido que la familia configura un esquema de creencias tóxicas que nosotros adoptamos por lealtad a ella y que se mueven en cuatro ejes fundamentales:
 
*Si no tienes lo que necesitas, te mueres. (“Si mi novio me deja, me muero”)

La herencia tóxica es confundir la necesidad con el deseo. Si no tienes alimento, te mueres, pero si deseas a tu novio y no lo tienes, sigues viviendo…

*Esto es horrible (“Es horrible que tenga que cancelar mis vacaciones”)

Se juzga en exceso. No hay nada categóricamente malo o bueno. Hay hechos que nos causan más o menos dolor. Si ordenamos los hechos dolorosos de 0 a 10 y en el 10 ponemos la muerte de un ser querido, ¿cómo valoraremos cancelar una vacaciones? *No lo soporto (“No soporto la soledad”)

Hay situaciones que matan, son insoportables. Creer que algo es el límite entre la vida y la muerte nos hace sentirnos agonizantes cada vez que eso sucede. Eso lleva a preferir un desastre de relación amorosa, la soledad está prohibida por el árbol, porque es acercarse a la muerte.

*Si sucede algo malo es que hay un culpable y tiene que ser condenado. La familia nos enseña a juzgar y buscar culpables en los que descargar la responsabilidad de lo que pase, o a culparnos a nosotros mismos. Los acontecimientos no son una confluencia de factores, nada tiene una única causa. Si nos sentimos culpables de algo, la mejor medicina es una fórmula con tres elementos: la aceptación, la reparación y el aprendizaje de lo sucedido para evitar en lo posible repetir el mismo error en el futuro.

Ejemplos de contratos emocionales:
 
Suelen venir en formato de inhibiciones emocionales. Muy asociados a los niveles de consciencia infantiles…

a) “No crezcas”.
(Si se hace mayor un día abandonará a sus padres. Esta orden lo mantendrá con una edad emocional de 10 años para el resto de su vida)

b) “Aquí somos del Madrid”.
(Desde el primer mes de vida el niño es socio del club. Cuando crece no tiene alternativa, si no le gusta el fútbol o no es madridista, será considerado un traidor o un enfermo)

c) “No seas tonto y no te hagas novia”.
(Quédate con la madre…ella no te defraudará)

e) La pareja es para toda la vida.
(Nadie se ha divorciado jamás, en nuestra familia todos somos muy católicos)
Los contratos emocionales nos atan con fuerza al pasado y fomentan las relaciones basadas en la dependencia emocional. Disolver estos contratos es abrir al fin la puerta a la libertad de amar con un nivel de consciencia superior.

Ejemplos de contratos libidinales:
 
Aquí están todas las inhibiciones creativas y sexualesa) “El teatro-la pintura-la música, son una pérdida de tiempo”.
(Es como decir que no debes dedicarte a cosas que no son de provecho…)

b) “Esta relación no te conviene”.
(Podríamos preguntarnos: ¿a quién no le conviene en realidad?)

c) “Te casarás a los 25 años y a los 26 llegará la única hija”.
Este podría ser un contrato inconsciente que se repite de generación en generación. Un proyecto que el árbol tiene para nosotros

d)”La mujer que expresa deseo sexual es una fulana”.
(Si el sexo de la mujer es sólo un instrumento de procreación, se le prohíbe gozar con su energía libidinal y a la postre de la creación y de la vida).

La prohibición de la homosexualidad y de prácticas sexuales no existentes en el repertorio del árbol, también son contratos que al incumplirlos nos bloquean la libido o nos sentimos culpables y merecedores de castigos si “nos salimos del tiesto”.

Ejemplos de contratos materiales-corporales-económicos:
 
Las inhibiciones económicas. Es necesario que encontremos los elementos que permitan separarnos de la violencia, del miedo y de la culpabilidad…

a) “Eres idéntico a tu abuelo”.
(Y con ello uno de los linajes toma posesión del hijo)

b) “No toques los botones que los romperás”.
(Cuando no te dejan tocar nada es porque no tienes espacio)

c) “El dinero es el pecado”.
(Si nos hacen creer que el dinero es sucio, nos generará mucha culpabilidad ganarlo)

d) “El que arriesga pierde”, “Más vale pájaro en mano que ciento volando”, “Más vale malo conocido que bueno por conocer”…

(Salir del territorio es una deslealtad imperdonable y tenemos un miedo ancestral a no volver a ser admitidos en el clan).

Todo esto insta a acomodarse con una pareja que ya no aporta nada, un trabajo insatisfactorio, una casa que no es un hogar y también a una ciudad, un banco, un grupo de amigos etc. Instalados en un territorio para siempre, porque nos han enseñado que arriesgarse es perderlo todo, en lugar de impulsarnos a seguir nuestros deseos como sabio camino de transformación.

Los contratos se cumplen por lealtad, pero también por temor a las consecuencias. Digamos que hay un miedo a ser castigados, a que se cumplan esas predicciones (maldiciones): “Si te divorcias, te mirarán mal”, “si te haces artista, vivirás en la pobreza”. Un acto psicomágico para sanar este tipo de miedo al incumplimiento a lo que los padres ordenaron, consistiría en realizar metafóricamente la predicción, escenificándola delante de ellos.

Alejandro Jodorowsky nos dice en sus 10 recetas para ser feliz, 
 
“No hay alivio mas grande que comenzar a ser lo que en realidad somos. 
 
Desde la infancia nos imponen destinos ajenos. 
 
Es conveniente recordar que no estamos en el mundo para realizar
los sueños de nuestros padres, sino los propios.
 
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio 

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