CUEVA DE LOS TAYOS
La Cueva de los Tayos: ¿el enigma de una civilización intraterrestre ?
A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular,
en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor en Ecuador, se sitúa
la entrada "principal", o más bien, la entrada "conocida" a
este fascinante mundo subterráneo.
por:Ricardo González
Fue en 1969 cuando Juan Moricz, un flemático húngaro nacionalizado argentino,
espeleólogo aficionado y experto en leyendas ancestrales, encaró este
apasionante misterio del oriente selvático del Ecuador. Aunque Moricz no era el
primero en tropezarse con el intrincado de túneles y galerías subterráneas que
dan cobijo a los Tayos ¾aves nocturnas cuyos polluelos son muy codiciados por
los indios shuaras¾, es innegable su valentía y arrojo al haber sido, sin duda,
el primero en dar a conocer a nivel mundial la existencia de este sistema
intraterrestre.
Leyendo tan sólo la acta notarial de su hallazgo, con fecha 21 de julio
de 1969, en la ciudad costeña de Guayaquil, a cualquiera se le encrespan los
cabellos frente a estas detonantes afirmaciones:
"...he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e
histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas
que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización
extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio..."
Frente a esto, es inevitable pensar en la posible relación entre las
planchas que menciona Moricz -halladas en una cámara secreta de la Cueva de los
Tayos- con las planchas metálicas de complejos ideogramas que han sido
visualizadas en nuestra experiencia de contacto, aquella biblioteca cósmica que
los Guías extraterrestres denominaron "El Libro de los de las Vestiduras
Blancas".
Veamos a continuación los intrincados de este misterio -que palpita aun
en la selva ecuatoriana- y cómo llegó Moricz a descubrir los túneles de esa
esquiva humanidad subterránea.
UBICACION Y DESCRIPCION DE LA CUEVA DE LOS TAYOS
A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular,
en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, se sitúa la entrada
"principal", o más bien, la entrada "conocida" al mundo
subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical,
una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de
profundidad. El descenso -no apto para cardíacos- se realiza con un cabo y
polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de
misterio, que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas
más potentes son nada ante semejantes galerías donde una catedral entera podría
caber.
La Cueva es denominada habitualmente "de los Tayos" debido a
que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos
(Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en
otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los "guacharos" en
Caripe, Venezuela.
El estudio inicial de esta conexión intraterrestre entre especies
de aves nocturnas lo abordó detalladamente el sabio alemán Alejandro de
Humboldt, en su obra: "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo
Continente" (1800). Es sumamente sospechoso que una misma especie de aves
ciegas esté diseminada en diversas cavernas de Sudamérica. ¿Será que todos
aquellos laberintos intraterrestres no son cavernas aisladas y guardan una
conexión?
En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los
Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre "Jíbaro"
-denominación despectiva para ellos-, famosos -también en el pasado- por su
bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del
sistema subterráneo, ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar
los polluelos de los Tayos -que son más grandes que una paloma-.
Y en medio de esta faena se toparon con una serie de sorpresas. La
más resaltante, fue sin duda, el hallazgo de gigantescas huellas sobre bloques
de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen
artificial. Moricz recogió estos relatos en su visita al oriente Ecuatoriano,
pudiendo comunicarse sin mayor dificultad con los nativos gracias a su dominio
del Magiar, un antiquísimo lenguaje húngaro similar al dialecto Shuar.
Obviamente, Moricz sabía muy bien a qué blanco apuntar.
Desde 1950 seguía pacientemente la "pista" que lo podría
llevar al reino subterráneo. Algunas fuentes, incluso, lo vinculan con una
extraña orden esotérica húngaro-germana, hecho que podría explicar el profundo
conocimiento esotérico que esgrimía en sus controvertidas entrevistas a los
medios de prensa.
Sea como fuere, Moricz estuvo en Perú, Bolivia y Argentina buscando
estas entradas antes de llegar al Ecuador. En más de una entrevista subrayó
lugares como Cusco, el Lago Titicaca y Tierra del Fuego, como los posibles
lugares desde donde "se puede descender al reino subterráneo". Según
él, la Cueva de los Tayos es sólo una de las tantas entradas a este mundo
perdido, y lo más apabullante: que aun así, estaríamos hablando de un simple
"arañazo" al mundo real de estos seres intraterrestres, que yacen a
profundidades difíciles de alcanzar por el ser humano.
LAS PLANCHAS METÁLICAS DEL PADRE CRESPI
Pero la cosa no queda allí. Quizá una de las aseveraciones más
inquietantes es la existencia de la presunta biblioteca metálica. De existir, y
siempre bajo el testimonio de Moricz, allí encontraríamos registrada la
historia de la humanidad en los últimos 250.000 años, una cifra que moviliza a
cualquiera.
Un punto a tener en cuenta en relación a estas planchas, nos lleva en
línea recta a los extraños objetos que en su momento custodió el padre
salesiano Carlo Crespi, en el patio de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca.
Los objetos habían sido encontrados por nativos quienes, en acto de amabilidad
y gratitud, se los cedieron al padre Crespi para su custodia.
Muchos de estos objetos -por no decir todos- posteriormente fueron
robados. Si el padre Crespi aun estuviese con vida, quizá podríamos rastrear el
origen exacto de tan enigmáticas piezas que parecían ser muy antiguas,
mostrando indiscutibles ideogramas en relieve, una suerte de "código de
información" o "escritura".
En 1976, en la primera página de la revista norteamericana Ancient
Skies, apareció un revelador artículo del filólogo hindú Dileep Kumar, quien
analizando los símbolos que se muestran en una de las piezas del padre Crespi
-una lámina aparentemente de oro, de unos 52 cms. de alto, 14 cms. de ancho y 4
cms. de grosor- concluyó que los ideogramas pertenecían a la clase de escritura
Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos
2.300 años... Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell -Profesor de Biología
de la Universidad de Harvard- identificaba 12 signos de la lámina en cuestión
con los propios signos empleados en el Zodíaco.
Y bien, teniendo en cuenta que estos objetos se hallaron en el Ecuador,
no era descabellado darle al menos el beneficio de la duda a la biblioteca
metálica descubierta por Moricz en la Cueva de los Tayos.
Todo esto no tardaría en atraer la atención de los cazadores de lo
misterioso.
ERICK VON DÄNIKEN Y NEIL
ARMSTRONG
Y la cosa se puso color de hormiga. Primero apareció en escena el famoso
escritor suizo Erick Von Däniken, quien supo cautivar a Moricz para que le
diese material fotográfico y la versión oculta de su hallazgo, hecho que fue
espectacularmente explotado en el libro "El Oro de los Dioses"
(1974), donde Däniken no sólo se limitó a fantasear con la versión original
de la historia, sino, por si fuera poco, sostenía haber ingresado él mismo a la
Cueva de los Tayos ¾en sus sueños¾ y haber visto con sus propios ojos la
biblioteca metálica. El libro fue un bestseller mundial, vendiendo 5 millones
de copias y traducido a 25 idiomas.
NI UN PESO PARA MORICZ.
El libro, cautivó de manera particular al lector europeo ¾Däniken
incluyó fotografías del Archivo Moricz-Peña Matheus que mostraban el interior
de las cuevas, e imágenes de la planchas metálicas del Padre Crespi¾, y fue así
como el ingeniero escocés Stanley Hall contacta con Moricz para proponerle una
expedición internacional a la Cueva de los Tayos. Moricz aceptó siempre y
cuando él fuese el jefe de la expedición y que ningún objeto hallado en el
mundo subterráneo podría ser retirado.
Como era de esperarse, Hall no aceptó la propuesta. Inmediatamente
desechó la presencia de Moricz en la expedición y se comunicó con el Gobierno
de Inglaterra. Resultado: En julio de 1976 se llevaría a cabo una expedición
Ecuatoriano- Británica, con un intimidante personal militar y científico y,
para añadir la cereza a la torta, la presencia del astronauta norteamericano
Neil Armstrong.
Desde luego, esta no sería la primera incursión del
astronauta en un lugar donde "las papas queman". Recordemos tan sólo
sus frecuentes visitas a Paysandú, Uruguay, debido a la intensa actividad Ovni
en la estancia de la Aurora -popularizada por el escritor brasilero
Trigueirinho- . El mismísimo dueño de la estancia donde ocurrieron los hechos,
Angel Tonna -con quien tuve la oportunidad de compartir en su casa de Paysandú
en 1999- aun recuerda las visitas de Armstrong quien, además, le confió en su
propia estancia de Uruguay que la misión Apolo XI de 1969, enfrentó un
encuentro cercano del Tercer tipo en la Luna.
UN PLAN SECRETO?
Las investigaciones Ecuatoriano- Británicas se desarrollaron por 35
días, instalando un generador de electricidad en el campamento base, a escasos
metros de la boca misma de la Cueva, descendiendo a diario a las profundidades
para desarrollar sus "investigaciones geológicas y biológicas". Según
el informe final, la comisión de estudiosos concluyó que la Cueva de los Tayos
no tenía origen artificial, y que no existían indicios de trabajo humano. Todo
lo había hecho la naturaleza.. .
Una conclusión desconcertante teniendo en cuenta los claros dinteles y
bloques de piedra que se pueden encontrar en el sistema intraterreno, muy
similares a los que halló, paradójicamente, el equipo de arqueólogos de la
expedición a mitad de camino entre el campamento base y la unión del río
Coangos con el Santiago. Hallaron un muro megalítico de aproximadamente 4,50
metros de largo por 2,5 metros de alto.
El espeleólogo argentino Julio Goyen Aguado -presente en las primeras
expediciones a la Cueva de los Tayos, incluyendo la incursión ecuatoriano-
británica- sostenía que la expedición de 1976 fue financiada por la Iglesia
Mormona, ya que las planchas metálicas que aludía Moricz recordaban las propias
planchas de oro que recibiera el profeta Joseph Smith de manos del ángel
Moroni.
Teniendo en cuenta diversas leyendas mormonas apuntan a que los citados
registros estarían ocultos actualmente en algún lugar de la cordillera de los
Andes, es curioso notar que la zona donde se ubica la Cueva de los Tayos se
denomina "Morona", similar al nombre del "enviado" que
contactara a Smith. Sea como sea, Aguayo -ya fallecido- sospechaba que Stanley
Hall pertenecía a los Servicios Secretos del Reino Unido, además de formar
parte de la masonería inglesa, sumamente interesada en encontrar la biblioteca
metálica. Neil Armstrong, y recordemos bien esto, también era masón.
No obstante a todo ello, aunque el tema de la biblioteca metálica ha
atraído a muchos buscadores, en verdad este tesoro oculto despistó a quienes se
embarcaban en su busca del verdadero secreto del mundo subterráneo: aquellos
seres que grabaron las planchas.
A fin de cuentas, el informe de la Expedición echó por tierra el
verdadero secreto que yace en la Cueva de los Tayos, mientras a mitad de todo
el jaleo, se llevaban cuatro cajas selladas de madera que no permitieron abrir
a los shuaras, quienes se sintieron engañados y estafados. Hoy en día recuerdan
claramente aquel triste episodio. Los nativos piensan que se llevaron
"algo" de las cuevas... Cuando Neil Amstrong salió de la Cueva de los
Tayos -donde permaneció tres días- declaró a los medios de prensa que su visita
al mundo subterráneo había superado su vivencia en la Luna (!). Saquen sus
conclusiones.
Tomado de la Red
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio
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