NUESTRO CUERPO, NUESTRA MENTE, NUESTRAS
emociones, nuestra fisiología entera está cambiando a
cada momento en función de la hora del día, de los ciclos
de la luna, las estaciones e incluso las mareas. Nuestro cuerpo es parte
del universo y, en última instancia, todo lo que sucede en el
universo afecta a su fisiología. Los ritmos biológicos
son una expresión de los ritmos de la Tierra en relación
con todo el cosmos, y sólo cuatro de ellos (los ritmos diarios,
mareales, mensuales y lunares) son la base de todos los demás
ritmos de nuestro cuerpo.
La Tierra gira sobre su eje, por lo que
experimentamos un ciclo de 24 horas de día y noche al que llamamos
ritmo circadiano. Dicho ritmo se basa en el giro de la Tierra y, al
formar parte de ella, también todo nuestro cuerpo gira siguiendo
el ritmo de la Tierra. Cuando este ritmo biológico se ve interrumpido,
por ejemplo, por algún viaje de larga distancia, sentimos jet-lag.
También cuando nos quedamos trabajando toda una noche, aunque
descansemos durante el día no nos sentimos del todo bien, ya
que nuestros ritmos biológicos están desacompasados con
los ritmos cósmicos.
Los datos científicos muestran
que si sometemos a un animal a cierta dosis de radiación una
vez al día, éste puede experimentar algún efecto
beneficioso. Pero si le damos la misma dosis de radiación doce
horas más tarde, el animal puede morir. ¿Por qué?
Porque su fisiología ha cambiado por completo en ese periodo
de doce horas. Incluso nuestra pequeña experiencia subjetiva
nos dice que a ciertas horas del día tenemos hambre, mientras
que a otras tenemos sueño. Sabemos que tendemos a sentirnos de
una cierta manera a las cuatro de la tarde y de otra a las cuatro de
la mañana.
Los ritmos de las mareas también
afectan a nuestra fisiología. Estos ritmos son el resultado del
efecto gravitatorio del sol, la luna y las estrellas de galaxias distantes
sobre los océanos del planeta Tierra. En nuestro interior nosotros
también tenemos un océano similar a los de nuestro planeta.
Más del 60 por ciento de nuestro cuerpo es agua, y más
del 60 por ciento de nuestro planeta es agua. Por lo tanto, experimentamos
en nuestra propia fisiología las pleamares y las bajamares y
los flujos y reflujos de las mareas. Cuando nos sentimos incómodos
es porque nuestro cuerpo está fuera de sincronía con el
cuerpo del universo. Pasar tiempo cerca del mar o en cualquier sitio
natural puede ayudarnos a sincronizar nuestros ritmos con los de la
naturaleza.
El ritmo lunar es un ciclo de veintiocho
días que se produce como resultado del movimiento relativo de
la Tierra, el sol y la luna. Dicho ritmo es evidente considerando el
crecimiento y decrecimiento de la luna. Vemos la luna llena, media luna,
dejamos de verla, y el ciclo vuelve a empezar otra vez. La fertilidad
humana y la menstruación son buenos ejemplos de ritmos lunares,
pero hay otros muchos ciclos de veintiocho días. Cuando trabajaba
como medico en una sala de urgencias, era de esperar que atendiésemos
a más pacientes con determinados tipos de problemas dependiendo
de la hora del día y de los ciclos de la luna.
Debido al movimiento de la Tierra alrededor
del sol, experimentamos los ritmos estacionales en forma de diferentes
cambios bioquímicos en nuestro cuerpo y mente. Por eso somos
más propensos a enamorarnos en primavera o a deprimirnos en invierno.
Las personas que padecen un síndrome conocido como desorden afectivo
estacional se deprimen en invierno pero mejoran al ser expuestos a la
luz solar. Los cambios estacionales no sólo afectan a la bioquímica
del cuerpo humano: afectan a la de los árboles, las flores, las
mariposas, las bacterias y todo lo que está presente en la naturaleza.
La Tierra se inclina sobre su eje en
primavera y brotan las flores, las marmotas salen de sus madrigueras,
migran las aves, los peces regresan a sus territorios de desove y comienzan
los rituales de cortejo. Las personas se sienten inclinadas a escribir
poesía, los amantes cantan sus canciones y corazones jóvenes
y viejos se enamoran. Los ritmos estacionales nos afectan biológica,
mental y emocionalmente; todos ellos tienen que ver con la relación
entre la Tierra y el sol.
Hay otros ritmos y ciclos que oscilan
cada pocos segundos, como las ondas cerebrales y electrocardiográficas,
mientras que otros como los ritmos ultradianos duran desde treinta minutos
a veinticuatro horas. Hay ciclos dentro de otros ciclos, alcanzándose
un elevado nivel de complejidad que en su conjunto funciona al unísono
como una sinfonía. Todos esos ritmos crean la sinfonía
del universo; cuerpo y mente siempre están intentando sincronizar
sus ritmos con los ritmos universales.
Separar el cuerpo y la mente del resto
del cosmos es no ver las cosas como son. El sistema cuerpo-mente forma
parte de una inteligencia superior, es parte del cosmos, y los ritmos
cósmicos generan cambios profundos en nuestra fisiología.
El universo es una verdadera sinfonía de las estrellas. Y cuando
nuestro cuerpo y nuestra mente están sincronizados con dicha
sinfonía, todo se da espontáneamente y sin esfuerzo, y
la exuberancia del universo fluye a través de nosotros en glorioso
éxtasis.
Cuando los ritmos de nuestro cuerpo y mente están sincronizados
con los ritmos de la naturaleza, cuando vivimos en armonía con
la vida, vivimos en estado de gracia. Vivir en gracia es experimentar
ese estado de conciencia en el que las cosas fluyen sin esfuerzo y nuestros
deseos son satisfechos con facilidad. La gracia es mágica y sincrónica,
está llena de coincidencias y es maravillosa. Es ese factor de
la buena suerte. Pero para vivir en la gracia es necesario que permitamos
que la inteligencia de la naturaleza fluya a través de nosotros
sin interferir con él.
Teóricamente, si estuviésemos
totalmente alineados con el cosmos, si estuviésemos en completa
armonía con sus ritmos y si tuviésemos cero estrés,
habría muy poca entropía en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo
no envejecería si estuviésemos completamente sincronizados
con los ciclos del universo. Si su entropía no se incrementase,
estaría dentro de la escala del universo, que se mide en ciclos
cósmicos o eones de tiempo. Pero nuestro sistema cuerpo-mente
no está perfectamente alineado con los ritmos del universo; ¿por
qué es así? Por el estrés.
Ya lo ves, en cuanto
tenemos un pensamiento, cualquier pensamiento, éste interfiere
con la tendencia innata de los ritmos biológicos a sincronizarse
con los universales.
¿Cómo interferimos con
la inteligencia de la naturaleza? En términos espirituales, podemos
decir que interferimos cuando nos identificamos con la imagen que tenemos
de nosotros mismos y perdemos de vista a nuestro ser interior; cuando
perdemos nuestra sensación de conexión con nuestra alma,
nuestra fuente. En términos más comunes, podemos decir
que interferimos cuando empezamos a preocuparnos, cuando empezamos a
anticipar problemas, cuando empezamos a pensar en lo que podría
salir mal. Cuando intentamos controlarlo todo, cuando nos asustamos,
cuando nos sentimos aislados; todas esas cosas interfieren con el flujo
de la inteligencia de la naturaleza. Cada vez que sentimos resistencia,
frustración, que las cosas van mal, que exigen demasiado esfuerzo,
es porque estamos desconectados de nuestra fuente, el campo de la pura
conciencia, que se manifiesta en la infinita diversidad del universo.
El estado de miedo es el estado de separación; es resistencia
hacia lo que es. Cuando no oponemos resistencia todo es espontáneo
y sencillo, no exige esfuerzo.
Nuestro cuerpo nos está hablando
constantemente mediante señales de comodidad e incomodidad, placer
y dolor, atracción y repulsión. Cuando prestamos atención
a las sutiles indicaciones de nuestras sensaciones corporales, accedemos
a la inteligencia intuitiva. Dicha inteligencia es contextual, relacional,
enriquecedora, holística y sabia. La inteligencia intuitiva es
más detallada y precisa que cualquier otra cosa existente en
el reino del pensamiento racional. La intuición no es pensamiento;
es ese campo cósmico de información no localizado que
nos susurra en el silencio que hay entre nuestros pensamientos. Por
lo tanto, cuando hacemos caso de la inteligencia interior de nuestro
cuerpo, que es el genio supremo y definitivo, nos estamos introduciendo
en el universo y accediendo a una información a la que no suele
tener acceso la mayor parte de la gente.
Cuando hagamos caso de la sabiduría
de nuestro cuerpo, cuando seamos conscientes de las sensaciones de nuestro
cuerpo, conoceremos el cosmos entero, ya que experimentamos todo el
cosmos en nuestro cuerpo en forma de sensaciones. Cuando no estamos
en armonía con los ritmos universales, la señal que nos
llega es de incomodidad, ya sea física, mental o emocional. Cuando
fluimos en armonía con el universo, la señal que nos llega
es una sensación de comodidad, de alegría, de que todo
es fácil. En realidad, esas sensaciones son la voz del espíritu,
que nos habla al nivel de sentimiento más sintonizado de nuestro
cuerpo. Cuando ofrezcamos a nuestro cuerpo una profunda atención,
escucharemos la voz del espíritu, porque nuestro cuerpo es una
bioordenador constantemente conectado con la mente cósmica. Nuestro
cuerpo tiene una habilidad informática que lo capacita para reparar
instantáneamente en la infinidad de detalles que crean cada acontecimiento
de nuestra vida.
Sabiendo todo esto, ¿por qué
no tratas a tu cuerpo con respeto y lo cuidas? Cuida de él con
amorosa atención. Aliméntalo con comida saludable y agua
fresca. Aliméntalo con la frescura de la tierra y con los colores
del arcoiris que la tierra ofrece en forma de frutas y vegetales. Bebe
intensamente las aguas de la Tierra para que ellas puedan abrir las
líneas de comunicación e inteligencia que corren a través
de tus tejidos y de tu torrente sanguíneo. Respira profundamente
para que tus pulmones se expandan por completo con el aire.
Libérate de toda atadura o constricción
consciente para que tu cuerpo pueda relajarse en los ritmos del universo.
Mueve tu cuerpo, ejercítalo y mantenlo en movimiento. Comprométete
a mantenerlo libre de toxinas, tanto físicas como emocionales.
No lo contamines con bebidas o alimentos muertos, químicos tóxicos,
relaciones o emociones tóxicas en forma de ira, miedo o culpa.
Asegúrate de alimentar tus relaciones saludables y no albergues
rencores ni resentimientos. La salud de cada célula contribuye
directamente a tu estado de bienestar, ya que cada célula es
un punto de conciencia en el campo de conciencia que tú eres.
Cuerpo y mente son la danza del universo
y, cuanto más bailen con el universo, más alegría,
vitalidad, energía, creatividad, sincronicidad y armonía
experimentarás. Puedes permanecer sintonizado a tu cuerpo siendo
consciente de cómo bailas con el universo. Si prestas atención
a los ritmos y ciclos de tu cuerpo y mente y te familiarizas un poco
con los ritmos cósmicos, verás cómo puedes sincronizar
los ritmos de tu cuerpo con los del universo. No tienes que ser ningún
experto, simplemente presta un poco de atención a esto. Observa
cómo te sientes en diferentes momentos del día y del mes
dependiendo del ciclo lunar. Mira al cielo y fíjate en los ciclos
de la luna. Si lees el diario, mira los horarios de la pleamar y la
bajamar. Siente tu cuerpo y observa cómo se relaciona con cada
estación. Entiende que estos ritmos pueden ayudarte de verdad;
la siguiente información es lo único que debes recordar.
Entre las seis y las diez de la mañana
y las seis y las diez de la noche es cuando tu cuerpo está hipometabólico,
en su fase de metabolismo más baja. Intenta pasar un rato en
silencio en torno a las seis de la mañana y de la tarde. Lo Ideal
sería meditar al inicio de esta fase y hacer ejercicio en la
mitad de ella, especialmente si lo haces para perder peso.
Entre las diez de la mañana y
las dos de la tarde es cuando el fuego metabólico se encuentra
al máximo. Es el momento de hacer la comida principal porque
tu cuerpo metabolizará mucho mejor la comida. Entre las dos y
las seis de la tarde es un buen momento para estar activos, aprender
nuevas actividades mentales o emprender actividades físicas.
Entre las dos y las seis de la mañana es buen momento para soñar.
Alrededor de las seis de la tarde, preferiblemente
antes de la puesta del sol, es un buen momento para cenar. Es mejor
cenar algo ligero y dejar al menos dos o tres horas de intervalo entre
la cena y el sueño. Por lo tanto, intenta acostarte hacia las
diez o diez y media de la noche y tendrás un descanso ideal con
grandiosos sueños.
Estas son recomendaciones muy básicas
pero, una vez que empezamos a sintonizar nuestros ritmos con los ritmos
cósmicos, el cuerpo se siente bastante diferente. Se siente vital;
no se cansa. Subjetivamente nos sentimos más enérgicos.
Empezamos a experimentar ese estado de conciencia en el que todas las
cosas de nuestra vida fluyen con facilidad. Una salud vibrante no es
solo la ausencia de enfermedad; es esa alegría que debería
estar en nuestro interior todo el tiempo. Es un estado de bienestar
positivo no solo físico sino emocional, psicológico y,
en última instancia, incluso espiritual. La tecnología
no va a hacernos más sanos. Lo que va a hacernos más sanos
es que estemos alineados con las fuerzas del universo, que sintamos
que nuestro cuerpo es parte del cuerpo de la naturaleza, comulgar con
ella y con nuestra alma pasando tiempo en soledad y silencio.
El poeta hindú Rabindranath Tagore
resume el milagro de la vida de una manera más hermosa de lo
que la ciencia puede hacerlo. Dice: "La misma marea de la vida
que corre por mis venas día y noche corre por el mundo y baila
con métrica cadenciosa. Es la misma vida que se dispara con alegría
por el polvo de la tierra en innumerables briznas de hierba, rompiendo
en olas tumultuosas de hojas y flores. Es la misma vida a la que mece
el mar, cuna de nacimiento y muerte, en su flujo y reflujo. Siento que
la caricia de este mundo de vida hace gloriosos a mis miembros. Y mi
orgullo viene del latido de eras que baila en este momento en mi sangre".
Los mares y ríos de esta biosfera
son la sangre de la vida que circula por nuestro corazón y nuestro
cuerpo. El aire es el aliento sagrado de vida que da energía
a cada célula de nuestro cuerpo, a fin de que sea posible vivir,
respirar y participar en la danza del cosmos. Tener la experiencia de
"el latido vital de eras que baila en este momento en nuestra sangre"
es vivir la alegría, la conexión con el cosmos. Esta es
la experiencia sanadora; es la experiencia de estar completo. Y estar
completo es vivir en la gracia.
Publicado con permiso de Amber-Allen
Publishing, Inc., San Rafael, California.
SOBRE EL AUTOR
Deepak Chopra nació y creció en Nueva Delhi, India. Hijo
de un eminente cardiólogo, asistió al prestigioso All
India Institute of Medical Sciences, emprendiendo su carrera en el campo
de la medicina occidental. Tras graduarse se mudó a los Estados
Unidos, completando sus especialidades de medicina interna y endocrinología.
Enseñó en la Universidad Tufts y en la Escuela de Medicina
de la Universidad de Boston, alcanzando la categoría de Jefe
de Equipo en el New England Memorial Hospital y ejerciendo una dilatada
práctica privada.
En aquella época, a pesar de su
éxito aparente, el Dr. Chopra sentía una creciente insatisfacción
y la incómoda sensación de que quizás podría
estar haciendo algo más por sus pacientes. Esas dudas le condujeron
al Ayurveda, la antigua ciencia hindú de la sanación.
El Dr. Chopra lo reconoció de inmediato como el sistema de cuidado
de la salud que trata a la persona en su conjunto en lugar de tratar
síntomas individuales. El Ayurveda le enseñó que
la mente ejerce una profunda influencia sobre el cuerpo y que la Buena
salud depende tanto de la consciencia y del equilibrio interior como
de llevar una vida saludable. Gracias al Ayurveda, el Dr. Chopra volvió
a despertar a las antiguas tradiciones espirituales de oriente, y sus
escritos reflejan la influencia de la sabiduría antigua aunada
con lo mejor de la ciencia moderna. Sus precursores trabajos mezclan
la física con la filosofía, lo práctico con lo
espiritual y la venerable sabiduría oriental con la aguda ciencia
occidental, con resultados dinamizadores.
Dr. Chopra es fundador de la Asociación
Americana de Medicina Ayurvédica. En 1992 fue designado miembro
de la comisión de expertos creada ad hoc sobre Medicina Alternativa
por el Instituto Nacional de Salud y miembro del Comité Científico
Asesor de la revista Longevity. En 1993 fue nombrado Director Ejecutivo
del Instituto Sharp para el Potencial Humano y la Medicina de la Mente
y el Cuerpo, así como asesor jefe del Centro para la Medicina
de la Mente y el Cuerpo. En 1995 fundó el Centro de Bienestar
Chopra en La Jolla, California. Se han vendido millones de ejemplares
de sus libros en todo el mundo, habiendo sido traducido a más
de 34 idiomas. Entre sus títulos más conocidos figuran
Las Siete Leyes Espirituales del Éxito, Cuerpos Sin Edad, Mentes
Sin Tiempo y Sanación Cuántica.
Bailando con el Universo
por Deepak Chopra
Fuente original: Fragmento de Poder, Libertad y Gracia: Vivir en la Fuente de la
Felicidad Perdurable
http://www.planetlightworker.com/
Traducción: Paloma Fernández Fernández. artesyoficios@arnet.com.ar
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