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domingo, 8 de abril de 2012

Ceiba de la Trinidad

Ceiba de la Trinidad



 Un hueco enorme, como nicho, se había formado en el corazón de la legendaria Ceiba de la Trinidad, bajo cuya abundosa sombra, dicen las crónicas del siglo diecinueve, ponían en cuarentena a los negros esclavos que en venta traían desde lugares de ultramar hasta esta ciudad antiguamente llamada Angostura.

 “El árbol está enfermo. Ya se le acercan los días de su final”. Decían los ribereños en 1980. Medía casi treinta metros y estaba prácticamente a la orilla del Orinoco por la parte Este de la ciudad. Allí, cerca de sus raíces sólidas y pronunciadas atracaban barcas y curiaras. Antiguamente eran barcos más grandes procedentes de las Antillas con mercancía variada y una buena carga de negros que adquirían a buen precio los hacendados y gente acomodada de la ciudad.

 Muchos de esos negros que sabían lo que los aguardaba, se fugaban. Así es posible ver avisos en el Correo del Orinoco como éste: “De abordo de la goleta inglesa Jackman, capitán Merchant, se han huido cinco negros de la propiedad de dicho capitán, robándose el bote y una cantidad de provisiones, alguna ropa y 18 portuguesas: se supone que se han dirigido acta abaxo. El bote es pequeño pintado de colorado: los negros se llaman Tomás. Congo, San, King y Jorge. Tomás tiene una marca de su país en la frente y cogote -Congo está también marcado en la cara, y le falta un diente. Sam es un negro de África recién llegado, muy joven y de cara muy chata. King es criollo de Barbados y tiene su pie de barba. Jorge es un negro alto y patón, criollo de San Martín y habla un poco el francés…”.

 A pesar del Congreso de Angostura haber abolido el derecho de esclavitud en los tres departamentos de la Gran Colombia en enero de 1820 y no obstante la posterior Ley de Manumisión de Esclavos, la esclavitud continuó siendo un problema, pues eran beneficios más de derecho que de hecho por la carencia de recursos del Estado. 

 Son abundantes en el Registro Principal los expedientes sobre venta pública de esclavos que llegaban aquí en goletas, barcos y bergantines. Los esclavos venidos generalmente de Las Antillas los ponían en cuarentena en el sector de La Trinidad, justamente bajo la frondosa y vieja Ceiba que el tiempo y las plagas han venido degenerando.

 De esa época de la esclavitud existe una canción incorporada al folclore guayanés que todavía entonan en la ciudad: 

“Mi amita chupa caña, / mi amito bebe ron. / Cuando ella se toma un trago / él se toma un garrafón.) Y yo tengo un hermanito al que llaman Papelón / Los blancos usan zapatos / y chinelas con tacón / y el pobre negro esclavo / lleva pelao el talón y yo tengo un hermanito al que llaman Papelón / Dale palo al pobre negro / dale más sin compasión / que algún día con estas manos / yo te arranco el corazón / y yo tengo un hermanito / al que llaman Papelón / En el Fuerte San Gabriel / anoche hubo un parrandón / mientras se estaba velando / a la negra Encarnación / y yo tengo un hermanito / al que llaman Papelón. / En la isla Pedregal / habrá armas a montón / para matar en el Fuerte / a la cobarde guarnición / y yo tengo un hermanito / al que llaman Papelón”

 Esta canción folclórica de la esclavitud en Guayana, aparece grabada por el grupo vocal “Serenata Guayanesa”, pero alterada así:

 “Mi abuelita chupa caña / mi amito bebe ron / y yo tengo un hermanito / que se roba el papelón. / Los blancos usan zapatos / y chinela con tacón / y los negros manumisos / llevan pelao el talón. / Suda el negro en el trapiche / para hacerle al amo ron / escupiéndole a la caña / la saliva del rencor / Ceiba de la Trinidad / cuna de la rebelión / sombra de la libertad / grito. de revolución /”.



 Fuente:
http://www.correodelcaroni.com/archivo/archivo.php?view=wrapper&id_articulo=160505



Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio

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