Krishnamurti y la Meditación
Si durante el día está usted alerta, si está atento a
todo el movimiento del pensar, a lo que usted dice, a sus gestos -cómo se
sienta, cómo camina, cómo habla-, si está atento a sus respuestas, entonces
todas las cosas ocultas salen a la luz muy fácilmente. En ese estado de
atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto.
- La mayoría de
nosotros está inatenta. Darse cuenta de esa inatención, es atención.
- Krishnamurti y la Meditación
- Para percibir la
verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una mente
astuta, torturada-, sino una mente capaz de mirar sin distorsión alguna, una
mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad una mente llena
de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee completa capacidad de
aprender. Y también es necesario que la mente y el cuerpo sean altamente
sensibles, pues con un cuerpo torpe, pesado, cargado de vino y comida, no se
puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe estar muy despierta,
sensible e inteligente.
- Las necesidades
básicas para descubrir aquello que está más allá de la medida del pensamiento,
para descubrir algo que el pensamiento no ha producido, son tres: 1) se debe
producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la mente; 2) ésta
debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3) finalmente, la mente debe
estar disciplinada en alto grado.
- Una mente que ve
las cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios personales,
ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así es virtuosa,
ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible, inteligente.
- Es preciso estar
atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a
las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades
ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar "lo que es" sin
condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto.
- La mayor parte del
tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta atención en
el momento de advertir la inatención, entonces ya está atento.
- La percepción
alerta, la comprensión, es un estado de la mente de completo silencio, silencio
en el cual no existe opinión, juicio ni evaluación alguna. Es realmente un
escuchar desde el silencio. Y es sólo entonces que comprendemos algo en lo cual
no está en absoluto envuelto el pensamiento. Esa atención, ese silencio, es un
estado de meditación.
-Comprender el ahora
es un inmenso problema de la meditación, ello es meditación. Comprender el
pasado totalmente, ver dónde radica su importancia, ver la naturaleza del
tiempo, todo eso forma parte de la meditación.
- En la meditación
existe una gran belleza. Es una cosa extraordinaria. La meditación, no
"cómo meditar".
- La meditación es
la comprensión de uno mismo y, por lo tanto, significa echar los cimientos del
orden —que es virtud— en el cual existe esa cualidad de disciplina que no es represión
ni imitación ni control. Una mente así, se halla, entonces, en un estado de
meditación.
- Meditar implica
ver muy claramente, y no es posible ver claramente ni estar por completo
involucrado en lo que uno ve, cuando hay un espacio entre el observador y la
cosa observada. Cuando no hay pensamiento, cuando no hay información sobre el
objeto, cuando no hay agrado ni desagrado sino tan sólo atención completa,
entonces el espacio desaparece y, por lo tanto, está uno en relación completa
con esa flor, con ese pájaro que vuela, con la nube o con ese rostro.
- Es sólo la mente
inatenta que ha conocido lo que es estar atenta, la que dice: "¿Puedo
estar atenta todo el tiempo?" A lo que uno debe estar atento, pues, es a
la inatención. Estar alerta a la inatención, no a cómo mantener la atención.
Cuando la mente se da cuenta de la inatención, ya está atenta —no hay que hacer
nada más.
- La meditación es
algo que requiere una formidable base de rectitud, virtud y orden. No se trata
de algún estado místico o visionario inducido por el pensamiento, sino de algo
que adviene natural y fácilmente cuando uno ha establecido las bases de una
recta conducta. Sin tales bases, la meditación se vuelve meramente un escape,
una fantasía. De modo que uno ha de asentar esas bases; en realidad, esta misma
manera de asentar las bases, es la meditación.
- Los meditadores
profesionales nos dicen que es necesario ejercer el control. Cuando prestamos
atención a la mente, vemos que el pensamiento vaga sin rumbo, por lo que tiramos
de él hacia atrás tratando de sujetarlo; entonces el pensamiento vuelve a
descarriarse y nosotros volvemos a sujetarlo. Y de ese modo el juego continúa
interminablemente. Y si podemos llegar a controlar la mente de manera tan
completa que ya no divague en absoluto, entonces —se dice— habremos alcanzado
el más extraordinario de los estados. Pero en realidad, es todo lo contrario:
no habremos alcanzado absolutamente nada. El control implica resistencia. La
concentración es una forma de resistencia que consiste en reducir el
pensamiento a un punto en particular. Y cuando la mente se adiestra para
concentrarse por completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su
sensibilidad, y se vuelve incapaz de captar el campo total de la vida.
- El principio de la
meditación es el conocimiento de uno mismo, y esto significa darse cuenta de
todo movimiento del pensar y del sentir, conocer todas las capas de la
conciencia, no sólo las superficiales sino las ocultas, las actividades
profundas. Para ello, la mente consciente debe estar serena, calma, a fin de
recibir la proyección del inconsciente. La mente superficial sólo puede lograr
tranquilidad, paz y serenidad, comprendiendo sus propias actividades,
observándolas, dándose cuenta de ellas; cuando la mente se da plena cuenta de
todas sus actividades, mediante esa comprensión se queda en silencio
espontáneamente; entonces el inconsciente puede proyectarse y aflorar. Cuando
la totalidad de la conciencia se ha liberado, sólo entonces está en condiciones
de recibir lo eterno.
- Entre dos
pensamientos hay un periodo de silencio que no está relacionado con el proceso
del pensamiento. Si observas, verás que ese período de silencio, ese intervalo,
no es de tiempo, y el descubrimiento de ese intervalo, la total experimentación
del mismo, te libera del condicionamiento.
- La meditación no
es un medio para algo. Descubrir en todos los momentos de la vida cotidiana qué
es verdadero y qué es falso, es meditación. La meditación no es algo por cuyo
medio escapáis. Algo en lo que conseguís visiones y toda clase de grandes
emociones. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo opera vuestro
pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver los temores, las
ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto, indagarlo todo el
tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación. No tenéis que acudir a
nadie para que os diga qué es meditación o para que os dé un método. Lo puedo
descubrir muy sencillamente vigilándome. No me lo tiene que decir otro; lo sé.
Queremos llegar muy lejos sin dar el primer paso. Y hallaréis que si dais el
primer paso, ese es el último. No hay otro paso.
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