PARA AVANZAR ESPIRITUALMENTE HAY QUE TRASCENDER EL EGO
LA FELICIDAD ES UN ESTADO DONDE NO EXISTE EL EGO.
PARA SER FELIZ PRIMERO HAY QUE DESHACERSE DEL EGO:
1. No te sientas ofendido
La
conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te
ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte
ofendido, las encontrarás en un dos por tres.
Es
tu ego en plena acción, convenciéndote de que el mundo no debería ser
como es. Pero puedes convertirte en degustador de la vida y
corresponderte con el Espíritu universal de la Creación.
No
puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido. Por
supuesto, actúa para erradicar los horrores del mundo, que emanan de la
identificación masiva con el ego, pero vive en paz.
Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra.
2. Libérate de la necesidad de ganar
Al
ego le encantó dividirnos entre ganadores y perdedores. Empeñarte en
ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la
intención.
¿Por
qué? Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el tiempo.
Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y con
más suerte que tú, y siempre volverás a sentirte insignificante y
despreciable.
Tú
no eres tus victorias. Puede que te guste la competición y que te
diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo, pero no tienes por qué
estar allí con tus pensamientos.
No
existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la misma
fuente de energía. Lo más que puedo decir es que en determinado momento
del día rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel de otras
personas ese mismo día.
Pero
hoy es otro día, y hay que tener en cuenta otros competidores y otras
circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita en un cuerpo.
Olvídate de la necesidad de ganar, no aceptando que lo opuesto de ganar
es perder. Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde para ganar ese
día, sencillamente no importa, si no te identificas exclusivamente con
tu ego.
Adopta
el papel de observador, mira y disfrútalo todo sin necesitar de ganar
un trofeo. Vive en paz, correspóndete con la energía de la intención e,
irónicamente, aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias a
medida que dejes de ir tras ellas.
3. Libérate de la necesidad de tener la razón
El
ego es fuente de conflictos porque te empuja a hacer que los otros se
equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de la fuerza de la
intención.
El
Espíritu creativo, es bondadoso, cariñoso y receptivo, y está libre de
ira, resentimiento y amargura. Olvidarse de la necesidad de tener
siempre la razón en las discusiones y las relaciones es como decirle al
ego: No soy tu esclavo, quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad
de tener razón. Aun más: Voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad
de que se sienta mejor diciéndole que tiene razón y darle las gracias
por haberme encaminado hacia la Verdad.
Cuando
te olvidas de la necesidad de tener razón puedes fortalecer la conexión
con la fuerza de la intención, pero ten en cuenta que el ego es un
combatiente muy resuelto.
He
visto personas dispuestas a morir antes que dejar de tener la razón. He
visto como acababan relaciones maravillosas por la necesidad de ciertas
personas de llevar siempre la razón. Te propongo que te olvides de esta
necesidad impulsada por el ego, parándote en medio de una discusión
para preguntarte: ¿Qué quiero? ¿Ser feliz o tener la razón?
Cuando
eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual, se fortalece tu conexión
con la intención. En última instancia, estos momentos expanden tu nueva
conexión con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezará a
colaborar contigo en la creación de la vida que la intención quiere que
lleves.
4. Libérate de la necesidad de ser superior
La
verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los otros. Se
trata de ser mejor de lo que tú eras antes. Céntrate en tu crecimiento,
con constante consciencia de que no hay nadie mejor que nadie en este
planeta, pues todos emanamos de la misma Fuerza Vital (Dios). Todos
tenemos la misión de cumplir la esencia para la que estamos destinados, y
tenemos cuanto necesitamos para cumplir ese destino.
Nada
de esto es posible cuando te consideras superior a los otros. No por
viejo es menos cierto este dicho: Todos somos iguales ante los ojos de
Dios.
Olvídate
de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios revelándose en
todos. No valores a los otros basándote en su aspecto, sus logros,
posesiones, etc., impuestos por el ego.
Cuando
proyectas sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven, y
te lleva al resentimiento y en última instancia a sentimientos de
hostilidad. Estos sentimientos se convierten en el vehículo que te aleja
de la intención. El sentirse especial siempre establece comparaciones.
Se produce por una carencia que se ve en el otro y que se mantiene
buscándola y no perdiendo de vista esas carencias que puedan percibir.
5. Libérate de la necesidad de tener más
Por
mucho que logres o adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente.
Te verás luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar
la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir
cómo utilizar el momento presente de tu vida. Irónicamente, cuando
dejas de necesitar más, parece como si te llegara más de lo que deseas.
Esto
es así porque te desapegas de esa necesidad, te resulta más fácil
transmitírselo a los otros, porque te das cuenta de lo poco que
necesitas para sentirte satisfecho y en paz.
La
Fuente Universal está satisfecha de sí misma, en continua expansión y
creando nueva vida, sin intentar jamás aferrarse a sus creaciones por
sus recursos egoístas.
Cuando
te desligas de la necesidad del ego de tener más, te unificas con la
Fuente (Dios). Creas, atraes lo que deseas hacia ti y te desligas, sin
exigir que se te presente nada más. Si valoras todo lo que surge,
aprendes la gran lección que nos dio San Francisco de Asís: es dar cuando recibimos.
Al
permitir que la abundancia fluya hasta ti y a través de ti, estableces
correspondencia con la Fuente y aseguras que esa energía siga fluyendo.
6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros
Puede
resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros sois lo
mismo. Dios escribe toda la música, Dios canta todas las canciones, Dios
construye todos los edificios. Dios es la fuente de todos tus logros. Y
ya oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea.
Todo emana de la Fuente. Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo! No eres ese
cuerpo y sus logros.
Eres
el observador. Fíjate en todo y agradece las capacidades que te han
sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has
acumulado, pero atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención
que te dio la existencia y de la que formas parte materializada.
Cuanto
menos necesites atribuirte el merito de tus logros, más conectado
estarás con la intención, más libre serás de conseguir cosas, que te
surgirán con más frecuencia.
Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estas consiguiendo tu solo, es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu Fuente.
7. Libérate de tu fama
La
fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los otros
y, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella. Si hablas
con treinta personas, tendrás treinta famas distintas. Conectarse a la
intención significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar
basándote en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí.
Si
te preocupas demasiado por cómo te van a percibir los otros, te habrás
desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de
los otros. Así funciona el ego. Es una ilusión que se alza entre ti y la
Fuerza de la intención.
No
hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes de la Fuerza y
te convenzas de que tu meta consiste en demostrarles a los otros tu
superioridad y autoridad, y dediques tu energía a intentar ganar una
fama extraordinaria entre el ego de los otros.
Haz lo que haces según la orientación de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente y estar agradecido de ella.
Mantén
tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad
de lo que reside en ti: tu carácter (o forma de ser incólume y de
acuerdo a lo que se ha recomendado).
Wayne Dyer.
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio
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