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miércoles, 16 de octubre de 2013

EL DALÁI LAMA


EL DALÁI LAMA

Joel Hurtado Ramón



El dalái lama Tenzin Gyatso, líder espiritual tibetano, comenzó sus actividades en la capital mexicana este sábado con un encuentro con la comunidad católica en el que estuvo acompañado del actor Richard Gere y dónde se preguntó cómo será Dios.


"Si tuviera la oportunidad de conocer a Dios, le preguntaría `qué es Dios y cómo es'", dijo el dalái lama en un encuentro con fieles y sacerdotes católicos en la Universidad Pontificia.
El Premio Nobel de la Paz de 1989 habló de las virtudes de la fe católica y se refirió al amor, compasión, tolerancia y espiritualidad, que promueve la religión, como cualidades fundamentales para conseguir la felicidad.



El líder budista aludió a la Madre Teresa de Calcuta como ejemplo de generosidad y entrega a los demás, y se refirió a la armonía religiosa promovida por el Papa Juan Pablo II desde la reunión de Asís (Italia), celebrada en 2002.



Tenzin Gyatzo (XIV Dalai Lama) enfatiza: el sufrimiento es debido a la ignorancia. Pero, ¿qué es lo que ignoramos? "Ignoramos los tipos de sufrimientos a los que nos vemos expuestos", dice. "El sufrimiento del sufrimiento, el sufrimiento del cambio y el sufrimiento del condicionamiento. Podemos eliminar la ignorancia a través de la sabiduría. Lo que nos va a llevar a destruir la ignorancia. A encontrar el despertar y la iluminación".



Cómo es esto. Existen dos niveles de verdad que debemos considerar, la convencional y la profunda.



Una, la primera, se refiere a juzgar debido a las apariencias, la percepción primaria; cuando uno percibe pero no investiga a fondo en realidad.



"Cuando nosotros percibimos algo, esto está sujeto a la apariencia y tomamos las cosas como las percibimos, y nada más", recalca.



Percibimos a una persona, la vemos y la podemos considerar amable y simplemente, así como se nos presenta, la identificamos. O por el contrario, si la consideramos detestable por como a nuestra percepción primaria aparece, así la identificamos para el resto de las experiencias.



"Así se desarrolla nuestra experiencia para con el mundo, a través de esta visión y percepción primaria en la que no profundizamos. Pero cuando investigamos, no podemos encontrar una identidad intrínseca en esa persona" porque para unos puede parecer mala pero para otros no. "Lo que es cierto es que no podemos encontrar una identidad intrínseca". A nivel absoluto no hay una identidad intrínseca, refiere la enseñanza.



Existe otro nivel de verdad para percibir a profundidad, y ésta es la verdad contemplativa. La verdad profunda. Éstas son las dos verdades, un concepto anterior al budismo y que heredó en su momento de la tradición india.


"La verdad absoluta está más allá del intelecto. El intelecto es convencionalismo; los contemplativos buscan y profundizan en la verdad, por eso, las personas comunes son superadas por las contemplativas".



Dicen algunos orientales que el Tíbet es el "Ombligo del Mundo", o sea un centro espiritual en el cual tuvo su origen el ser humano. Lo mismo decían los incas respecto a Cuzco o los griegos respecto a Delfos. Cuentan otras tradiciones que allí se guardan las reliquias más antiguas que el hombre pueda imaginar e incluso conocimientos no alcanzados aún por la ciencia. No faltan tampoco leyendas que hablan de seres superiores, espirituales. Todo esto contribuye a crear el clima de misterio que siempre rodeó a Tíbet.



Rodeado de las más altas montañas que durante mucho tiempo le sirvieron de fortín, el Tíbet se abrió al mundo de la mano de China, aunque no de la manera que le hubiera gustado. Probablemente uno de los lugares más bellos del mundo, sus habitantes viven por y para su religión. Ahora, mientras lucha por su supervivencia, sigue mostrando a quien pueda verlo su magnífica cultura y, por encima de todo, su excelente calidad humana.
Hace algo más de 50 años el Tíbet estaba completamente cerrado a extranjeros. 



Llegar a Lhasa era misión imposible y lo poco que se sabía de su cultura estaba envuelto de misticismo y secretismo. Donde antes se interponían montañas de 5.000 metros, bandidos y guardias fronterizos entre regiones y pasos, ahora se interpone la tediosa burocracia china. 


Poca gente puede mantenerse hoy en día ajena al conflicto del Tíbet. Un conflicto totalmente mediatizado, pero que no parece tener solución. O al menos la solución que el pueblo tibetano quiere. Su cultura se va perdiendo poco a poco entre las oleadas de los inmigrantes chinos que ahí llegan para quedarse.



En 1950, el Ejército chino invadió el Tíbet. Ese año, el 14º Dalai Lama, Tenzin Gyatso, asumió con sólo 15 años la Jefatura de Estado. En 1951, los líderes tibetanos son obligados a firmar un tratado que pone la región bajo la administración de China. A finales de esa década, la violenta represión del levantamiento popular causa más de 90.000 muertos. 



El Dalai Lama y sus ministros se instalan en Dharamsala, al norte de la India, donde continúan hoy. En 1966, en plena Revolución Cultural china, más de 6.000 monasterios budistas fueron destruidos y millares de monjes y monjas murieron. 


En 1994, la comunidad tibetana en Suiza acusó a China de la muerte de 1,2 millones de tibetanos. 


Mientras China se posiciona en el mundo la cultura tibetana muere lenta y silenciosamente en un genocidio brutal del cual todos somos cómplices.




Cortesía de Leonrojo. Federico




Un Mil Bendiciones y Una Más 
Sol Monasterio




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