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viernes, 4 de octubre de 2013

EL ALMA Y LA MÁSCARA (Flavio Carbobianco,) Descargar libro: "VENGO DEL SOL"




 EL ALMA Y LA MÁSCARA (Flavio Carbobianco,)
Flavio — Tengo que buscar una definición diferente de la palabra "amigo". Estoy  haciendo un diccionario personal.
Mamá — Hace poco leí una linda definición: "amigo es aquel a quien podemos decirle todo de nosotros mismos".
Flavio — Es linda, pero a mí no me sirve, por lo menos para mis compañeros de escuela. Ya sabés que mi mejor amigo es Alejandro y sólo le muestro mi máscara, no sabe lo más importante de mí.
Mamá — ¿Qué es tu máscara?
Flavio — Mi máscara es mi personalidad. Soy Flavio, un niño de casi ocho años, bastante buen alumno, buen compañero, no tan bueno en deportes. Pero esto es sólo una partecita de lo que yo soy.
Mamá — ¿A mí me podés contar quién sos vos realmente?
Flavio — A vos te lo vengo contando desde que tengo tres años. 
Soy un alma que viene, como muchas otras, a ayudar en este momento del planeta. Ahora estoy en la Tierra, este planeta tan físico que está empezando su camino a lo espiritual. Y para llegar a la Tierra tuve que pasar por el Sol para entrar en este sistema solar.
Después ensayé lo denso en planetas menos físicos que la Tierra. El Universo es el cuerpo físico de Dios y los humanos apenas conocemos una partecita.
Podemos decir que un alma nace como alma cuando se desprende del núcleo de esencia divina. Pasa por muchas maneras de ser, por diversas formas de existencia, y después vuelve al núcleo enriquecida por la experiencia. En este sentido, mi alma tiene mucha experiencia, pero tengo muy poca práctica en este mundo, tan difícil. 
Por eso necesito mucha ayuda.

(Extracto del libro “Vengo de Sol”)
Del niño argentino de 7 años Favio Carbobianco


EL ALMA Y LA MÁSCARA (Flavio Carbobianco,)

 
Flavio — Tengo que buscar una definición diferente de 










Flavio — Tengo que buscar una definición diferente de

la palabra "amigo". Estoy haciendo un diccionario personal.


Mamá — Hace poco leí una linda definición: "amigo es aquel a quien podemos decirle todo de nosotros mismos".


Flavio — Es linda, pero a mí no me sirve, por lo menos para mis compañeros de escuela. Ya sabés que mi mejor amigo es Alejandro y sólo le muestro mi máscara, no sabe lo más importante de mí.


Mamá — ¿Qué es tu máscara?

 
Flavio — Mi máscara es mi personalidad. Soy Flavio, un niño de casi ocho años, bastante buen alumno, buen compañero, no tan bueno en deportes. Pero esto es sólo una partecita de lo que yo soy.


Mamá — ¿A mí me podés contar quién sos vos realmente?


Flavio — A vos te lo vengo contando desde que tengo tres años. 
Soy un alma que viene, como muchas otras, a ayudar en este momento del planeta. Ahora estoy en la Tierra, este planeta tan físico que está empezando su camino a lo espiritual. Y para llegar a la Tierra tuve que pasar por el Sol para entrar en este sistema solar.


Después ensayé lo denso en planetas menos físicos que la Tierra. El Universo es el cuerpo físico de Dios y los humanos apenas conocemos una partecita.


Podemos decir que un alma nace como alma cuando se desprende del núcleo de esencia divina. Pasa por muchas maneras de ser, por diversas formas de existencia, y después vuelve al núcleo enriquecida por la experiencia. En este sentido, mi alma tiene mucha experiencia, pero tengo muy poca práctica en este mundo, tan difícil. 
Por eso necesito mucha ayuda.


(Extracto del libro “Vengo de Sol”)
Del niño argentino de 7 años Favio Carbobianco





Cortesía de Suryavan Solar

Más de Libro Vengo del Sol:




ENVIADO POR CARMEN
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El niño ya es mayor; pero en 1991, con pocos años, no tuvo mejor idea que escribir un libro revolucionario llamado “Vengo del Sol”. Un recopilado de todos los recuerdos de  Flavio Cabobianco, entre los 3 y 10 años de edad. Un testimonio que puede ayudar enormemente a otros niños que estén pasando por lo mismo y, a la vez, a los adultos que deben aprender a escucharlos con mente abierta. Ellos son nuestros grandes Maestros.
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El libro surgió a partir de un trabajo de ordenamiento que hizo la periodista austro-argentina Ama Hilde Brostrom sobre las de notas de Alba Zuccoli y Omar Néstor Cabobianco, los padres de Flavio. En los encuentros con ella, Flavio, que entonces tenía 8 años, agregó comentarios a los dibujos y esquemas que facilitaban, según el pequeñito, la comprensión de sus explicaciones sobre temas como la formación de la materia, la misión al encarnar, los recorridos de las almas, la energía de los planetas y el Universo, el tiempo-espacio...
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“El libro que terminé de gestar cuando tenía diez años cambió mi vida rotundamente. Nos educan para olvidar que creamos, co-creamos lo que llamamos realidad. La vida es tan mágica… vivir es un acto creativo. La escritura es para que hable el alma; o si no, no vale la pena. A veces estoy confundido. Estar confundido es fantástico porque es estar aprendiendo y estar vivo. Prefiero expresarme en un libro porque tiene vida, tiene mi energía. Al abrir sus hojas otorga todo lo que tiene para entregarlo al mundo”, dijo Flavio, pocos tiempo después de terminar su obra.
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Prólogo imperdible
Nuevos niños están naciendo. Son humanos diferentes, aunque no lo parezcan. Yo soy sólo uno de ellos, uno de los primeros. La humanidad está cambiando. La conexión con lo espiritual está más abierta. Todos los niños pueden ahora mantenerse unidos a su esencia. Los bebés lloran porque es muy difícil este planeta.
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Un bebé trata de expresarse vía telepática, pero no le funciona porque todo aquí es muy denso. Ve todo, lo malo y lo bueno, lo falso y lo verdadero. En otros planetas uno ve lo que quiere. Ver es una manera de decir, ya que no hay ojos físicos, uno se focaliza en lo que le interesa y se puede cerrar cuando quiere. El recién nacido está asustado, encerrado en la realidad física.
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Extraña la unidad esencial de donde viene, entonces se adhiere rápidamente a las personas que lo cuidan. Traspasa a los padres el lugar del Ser Supremo. Los padres, si creen sólo en lo material, lo involucran cada vez más en lo físico. Al enseñarle a hablar, limitan su pensamiento. Los niños al crecer, van perdiendo la conexión con su origen. Para ayudar a los chicos hay que ayudar a los grandes. Si los padres están abiertos, van a cuidarlos sin imponerles sus propias ideas, su visión del mundo. Lo principal es darles espacio, darles tiempo, dejarlos pensar, dejarlos que hablen.
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Los humanos aprenden a usar un solo punto de vista, el cotidiano que sirve para lo físico y para vivir en sociedad. Los niños, al jugar practican esta realidad. Seguir abierto es mantener otros puntos de vista. Por ejemplo, el punto de vista Exterior es “ver” desde fuera de la Tierra y, más aún, desde fuera de la parte manifestada del Universo. El punto de vista Central es “ver” desde el Núcleo, esencia energética de Dios. El punto de vista Interior es “mirar” desde dentro del núcleo interno del propio ser, y ver el núcleo de otros seres. A los niños se les hace practicar sólo el punto de vista Cotidiano. Entonces limitan el uso de sus ondas mentales y aprenden a focalizarse en el plano físico. Es como usar apenas una partecita de una computadora.
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Una vez que están programados de esta manera, es difícil que se abran, pueden confundirse. Hay que tener mucha paciencia para reabrir la conexión espiritual. La mayor parte de los seres humanos viven toda su vida olvidados de la totalidad. La unidad superior la mantienen cuando son bebés y a veces la recuperan poco antes de morir. Buscan la felicidad externa porque pierden la interna. Sufren por los deseos y también por la adicción a otros seres humanos. Un niño nuevo sabe que es parte de la Totalidad. Si se le quiere enseñar la idea de “mío” se confunde, cree que todo es de él. Hay que dejarlo compartir.
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Flavio, 8 años


Descargar el libro en:





Un Mil Bendiciones y Una Más

Sol Monasterio

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