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miércoles, 13 de febrero de 2013

"LOS ROMPE-CABEZAS"






"LOS ROMPE-CABEZAS"
En mi trabajo profesional, me he encontrado en repetidas ocasiones con el cuadro que paso a describirte. Comenzaré con un ejemplo típico. Viene a consultarme una mujer. Está confundida. Ha descubierto a su pareja en repetidas oportunidades en situaciones sospechosas. Cualquier observador con un mínimo criterio no dudaría que estamos ante un caso de constantes infidelidades. Pero la mujer está dividida: por un lado están las evidencias, pero también están las astutas explicaciones de él que la dejan mareada. 


Ella siente que va a enloquecer. Como si fuera poco, descubre que este hombre ha dejado por todos lados a mujeres al borde de la locura. Las engaña, las confunde, las lastima… sin pestañar y sin sentir un mínimo de compasión o sentimiento de culpabilidad.


Ese tipo de hombres tiene la capacidad de dar vuelta cualquier situación o argumento. Veámoslo en acción. Su amigo le señala durante horas las equivocaciones que comete. Pero en un momento de la charla consigue que su amigo le dé la razón en un punto. Saldrá de allí diciendo que su amigo le dio la razón. Manipulará también las evidencias. De las diez evidencias logrará revertirla alguna y a partir de allí la otra persona reflexionará: “Claro, si me confundí en esto quizá sea mal pensada y esté acusándolo injustamente”.

Podría seguir, pero me detengo aquí. Estamos ante un caso de “rompe-cabezas” (y corazones). No, no estoy hablando del juego donde armamos las piezas. Hablo del caso donde te encuentras con alguien que te “rompe la cabeza”, ya que tiene esa gran habilidad para combinar argumentos aislados y combinarlos de tal modo que seduce, convence y confunde a los demás. Di el ejemplo de la infidelidad, pero este estilo “rompe-cabezas” se puede manifestar en variados temas de la vida cotidiana.

¿Qué caracteriza al “rompe-cabezas”?

El “rompe-cabezas” por lo general no asume la responsabilidad de sus actos y minimiza los daños. 


El “rompe-cabezas” no empatiza, no se pone en el lugar de los demás. Podés confrontarlo y explicarle el daño que está realizando, pero no lo registra.


El “rompe-cabezas” tiene una gran habilidad para dar vuelta las cosas dejando a los demás confundidos, frustrados y agotados. A medida que avanza la conversación, si se encuentra con alguien vulnerable (y no tan vulnerable) logra convencerlo con los argumentos más insólitos. 


Para el “rompe-cabezas” el otro es una cosa, un objeto que sólo está allí para ayudarlo a satisfacer sus necesidades. 


En cuanto a los derechos, el “rompecabezas” está convencido que todo le corresponde. Tiene sólidas ideas acerca de cómo quedarse con todo sin sentir remordimiento por lo que el otro pueda perder. Sus argumentos lo llevan a sostener su particular modo de entender la justicia.


¿Qué hacer?

1- Aceptar que el otro no es quien yo quiero que sea. No es sencillo el proceso de duelo. Significa reconocer que esa imagen que he creado y he creído no coincide con la realidad.


2-Buscar ayuda y conversar de todo esto con otras personas. Si sólo te vinculás con el “rompe-cabezas”, vas a quedar a merced de sus argumentos. Quizá alguien te ayude a repensar todo lo que él te dice. No te cierres. Aunque esa persona sea muy cercana a vos, puede ser alguien que tenga un gran potencial para lastimarte.

3-Reconocé también que hay ajustes para hacer en tu vida. ¿Qué te lleva a seguir sosteniendo lo insostenible? ¿Por qué tanto miedo a generar un cambio en la relación? Tampoco es sano que te victimices. Hacete cargo de tu papel en esa relación. Ya no sos una criatura y podés hacer algo al respecto.

4-Buscá fuerzas en Dios. Esa relación puede haberte dejado impotente y débil, pero Dios le da fuerzas a quien se las pide. La situación puede abrumarte, pero el Amor de Dios, Sus Fuerzas y Su Sabiduría pueden ayudarte a revertir este proceso, paso a paso, tomando decisiones sabias, valientes y basadas en la verdad.






Cortesía de Sufisol


Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio




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