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sábado, 16 de enero de 2016

“Es el Estado del Alma lo que Determina la Salud”

“Es el Estado del Alma 

lo que Determina la Salud”

 


Entrevista a Ghislaine Lanctôt sobre medicina y salud, ” 
Primero el alma se enferma y le sigue el Cuerpo “
Desde que Ghislaine publicó su primera obra en la que pone en tela de juicio 
el funcionamiento del sistema médico –por ocuparse de la enfermedad, 
más que de la salud–, muchas conciencias han quedado inquietas. 
Para avivar estos temas, la autora, que transmite paz y seguridad, 
nos ha concedido un poco de su tiempo para compartir con los lectores 
su filosofía de vida.
 Ghislaine Saint-Pierre Lanctôt nació en 1941, su padre y su abuelo 
eran farmacéuticos y ella empezó la carrera de Medicina para complacerles. 
«Yo quería ser filósofa. Pero creía que lo de pensar no iba a aportarle nada 
 a la gente. Pensé, voy a hacer algo útil, que beneficie a la población, 
y como me crié en este ambiente decidí hacer la carrera de Medicina. 
Al final he dejado todo eso y lo que hago ahora es lo que quería hacer 
desde el principio».













Guislaine está divorciada y tiene cuatro hijos. «Lo que a mí me abrió los 
ojos –continúa la escritora– fue mi divorcio. Es lo que me despertó. 
Cuando los niños se marchaban a casa de su padre tenía tiempo para mí, 
no sabía lo que era eso, me había olvidado de mí misma. Yo trabajaba pero 
me ocupaba mucho de la familia, para mí era la prioridad. Entonces, como 
un fin de semana de cada dos, no tenía a los niños, estaba obligada a 
ocuparme de mí misma y es así como empecé a evolucionar, a conocer gente y 
a descubrir cosas, a salir de la prisión de la familia. Después de esto, 
viví seis años en Estados Unidos. Yo nací en Montreal (Canadá), 
pero entre 1984 y 1990 estuve en Estados Unidos. Esta experiencia me 
abrió los ojos sobre lo que es el negocio de la medicina porque es así como 
lo llaman allí. Aquí en Europa y en Canadá hacen creer que es como 
trabajar por el bien del enfermo, que es un tema social.  
A la vuelta de Estados Unidos, escribí  
La mafia médica cuya primera edición se publicó en 1994».
El colegio de médicos le puso una demanda, el proceso duró un año y 
desde entonces la escritora imparte seminarios para que la gente entienda y 
tome conciencia de que es el estado del alma lo que determina la salud mental. 
«Cómo mejorar el estado de mi alma para mejorar el estado de mi cuerpo», 
dice Ghislaine.

Pregunta: Su visión actual de la salud es completamente distinta a 
cuando era médico ¿En qué momento y por qué dio usted 
un giro radical a su carrera?

Respuesta: A lo largo de los años empecé a ver cosas que no me parecían 
sensatas, que no tenían lógica, como por ejemplo, seguir dando 
medicamentos aunque no funcionaran, aunque no se curara la persona. 
Yo no entendía, por ejemplo, como en un cáncer se 
aplicaba la quimioterapia si lo que hace es enfermar aún más a la persona 
que acaba por morirse de todos modos.

Cuando aparecieron las medicinas suaves pensé que eso era 
interesante, y yo he ido a encontrarme con personas que practicaban 
la medicina alternativa y entonces me di cuenta de que lo que hacían 
era muy interesante, incluso mejor que lo que hacíamos nosotros en la 
medicina convencional. Esas personas me acogieron, me mostraron 
lo que hacían, cómo actuaban. Y yo pensé: ¿por qué no nos han enseñado 
esto a los demás médicos? ¿Cómo puede ser que no lo enseñen en la 
facultad y que además a estas personas las tachen de charlatanes y 
de estafadores? Yo me encontré con ellos y vi que eso no era cierto, 
no eran charlatanes. Así fue como me empecé a plantear cosas. 
Cuando acabé la carrera de Medicina yo estaba convencida de que hacia 
el año 2000 ya no habría más enfermedad en el mundo, tenía 
una confianza ciega en la medicina que me habían enseñado. 
Sin embargo, veía que el tiempo pasaba y que la salud de las personas 
iba empeorando. Me percaté también de que medicamentos que 
no funcionan se siguen recetando, y que se practicaba una guerra en 
contra de las medicinas alternativas. Además, yo era flebóloga y 
había abierto centros de flebología en distintos lugares del país, lo que 
me llevó a experimentar de cerca el negocio de la medicina tradicional. 
Y ahí sí que entendí muchas cosas.

P: ¿Qué papel juegan para usted las medicinas alternativas?

R: Las medicinas alternativas producen un bienestar más interesante que 
el que proporciona la medicina convencional. La medicina convencional 
corta, quema y envenena. Corta con las operaciones, envenena con la 
“quicio” y con los rayos. Las medicinas suaves pueden poner orden de 
forma temporal en el cuerpo, pero como el problema está en el alma, 
antes o después habrá que afrontar el problema del alma.

Es el alma quien enferma a los demás cuerpos. Por ejemplo: mi trabajo 
ya no me conviene, tengo náuseas por la mañana cuando pienso que 
tengo que ir a trabajar, entonces empieza a dolerme la espalda, las rodillas, 
la tripa… Puedo ir a ver a alguien que practique la medicina suave, 
va a ayudar a mi cuerpo, puedo tener tratamientos de técnicas energéticas 
que ayuden a mi cuerpo emocional y mental; pero hasta que no solucione 
lo que pasa con mi trabajo voy a seguir enfermando porque mi alma me dice 
«sal de aquí». Es interesante, porque el alma entrega un mensaje cada vez 
más fuerte y cuando no lo entiendes “te lanza un ladrillo a la cabeza”: 
un accidente de coche, un divorcio, alguien que muere en la familia, 
una enfermedad, perder el trabajo… Algo fuerte para que tú reacciones.

P: Desde su punto de vista como «médica del alma» 
¿cree que hay alguna solución a este tipo de enfermedades?

R: Nunca es demasiado tarde, la sanación puede ocurrir en cualquier momento.

P: ¿A usted le va bien esta filosofía de vida?
R: A mucha gente le funciona, no sólo a mí. No es el médico el que puede 
sanarme.
P: Cada vez hay más casos de cáncer cuyos enfermos reciben 
quimioterapia. ¿No cree que en algunos casos la quimioterapia cura?
R: La quimioterapia es veneno. Normalmente no hace bien a nadie. 
Hay que saber que hay siempre un conflicto, cualquier enfermedad 
es psicosomática. Siempre hay un conflicto a raíz de una enfermedad, 
pero si yo identifico el conflicto y lo soluciono, la enfermedad se va. 
Así entendí que la medicina esta totalmente controlada por el dinero. 
Entonces, lo que nosotros hacíamos como médicos era enfermar más a 
las personas para así generar ganancias para la industria. 
Entonces, ¿qué es la salud? En la facultad sólo me enseñaron lo que 
es la enfermedad. Entonces, ¿qué es gozar de buena salud? 
Yo llegué a la conclusión de que el cuerpo sólo manifiesta el estado del 
alma. Y cuando mi cuerpo está enfermo es porque mi alma está enferma. 
Entonces el cuerpo por sí solo no enferma, es como un espejo que refleja 
lo que pasa dentro. Para ver mi alma, miro mi cuerpo y veo lo que hay en mi 
alma. Entonces no sirve de nada tratar sólo el cuerpo. Hay que mirar el alma, 
¿qué es lo que no funciona en el alma, cuál es la enfermedad del alma? 
Es la guerra. Porque mi alma me dice internamente que haga algo y mi ego 
me dice que haga lo contrario. Entonces hay una guerra interna. 
La enfermedad es siempre la manifestación de un conflicto dentro de mí. 
Hay dos aspectos: el cuerpo y el alma. ¿Qué quiere el alma? 
El alma quiere la emancipación del Ser y el cuerpo quiere la seguridad del 
haber, del tener. Cada uno tira por un lado, el estrés significa la guerra interior. 
Cuando trato el alma, todo el cuerpo se alinea sobre este equilibrio. 
No quiero decir que no haya que cuidar el cuerpo físico, sino 
hacer las cosas en el orden correcto. Primero el alma, después 
el cuerpo mental, después el cuerpo emocional y después el cuerpo físico. 
Y lo solemos hacer al revés. La medicina convencional se encarga del cuerpo 
físico, y no trata el resto.

P: ¿No cree que la propia sociedad demanda que el médico se 
ocupe del cuerpo físico y le dé una medicina para el dolor?
R: La sociedad misma, nosotros somos los que creamos esta mafia a 
nuestra imagen y semejanza. El problema es que damos prioridad al 
«tener» sobre el «ser», ése es el desorden, priorizar el cuerpo en vez 
del alma. Para volver al orden hay que dar prioridad al alma en lugar de 
otorgársela al cuerpo, eso genera orden, paz y salud.

P: Eso es mucho más complicado que tomarse una pastilla…
R: Cierto, pero ¿qué hace una pastilla? Te da la ilusión de que estarás mejor, 
pero con el tiempo reaparecen los síntomas.
P: En el caso del paludismo, por ejemplo, alguien sano se enferma 
por beber agua contaminada, ¿también en este caso insiste en su 
teoría?
R: Esto es válido para todo. No hay ningún microbio exterior que haga 
enfermar, soy yo la creadora de mis enfermedades. 
Y ésta es la verdadera enfermedad del alma, el no saber que soy yo quien la 
está creando. Como yo pienso que no soy responsable, me imagino 
creadores exteriores: microbios, tumores, etc. Por ejemplo un simple catarro: 
hace frío, me cojo un catarro. Y puedes tener un catarro en verano, 
es un sinsentido, no tiene nada que ver con el frío. 
Con esta estructura de pensamiento voy generando la guerra hacia los factores 
exteriores. Y por eso se crearon las vacunas. ¿Qué son las vacunas? 
Dar la enfermedad de forma más debilitada para que el cuerpo reaccione. 
Es decir, no tengo la enfermedad pero si algún día la contraigo, 
sería menos grave porque ya me he puesto la vacuna. Te voy a dar otro ejemplo, 
tengo miedo de que mi hija sea violada. Entonces le voy a dar un violador 
debilitado, entonces si un día la violan será menos grave porque habrá 
tenido un pequeño violador y entonces estará preparada. 
La vacuna funciona igual. Es algo de locos. Vivir en el desorden lleva a este 
tipo de locuras. Por ejemplo, la gripe aviar. ¡Es extraordinario! 
Cerca de donde vivo había una experta muy seria que vino de parte de las 
autoridades médicas y nos ha dado cifras: en el plazo de nueve años 
se murieron cerca de 152 personas de gripe aviar en el mundo, solo 
en Canadá mueren cada año 10.000 personas por errores médicos, 
no de enfermedad sino de equivocaciones. ¡Yo creo que más bien 
habría que vacunar a los médicos! No hay epidemia, no hay nada. 
Entonces se ha creado una pandemia a escala mundial, en la cual 
se han gastado millones de dólares para tratarla pero no hay nada. 
Esto está en preparación desde hace muchos años. Llevamos de cinco 
a siete años oyendo hablar de una pandemia. 
¿Cómo se puede anunciar que va a haber una pandemia? 
Una epidemia surge, ocurre, pero no la puedo prever, es un montaje.

P: Pero la gente tiene miedo…
R: Sí, es una forma de manipulación mental para llevarles a 
pensar que va a ocurrir una epidemia. Y un día, cuando ocurra, las 
autoridades dirán que ya lo habían previsto. Es algo que está preparado 
desde hace mucho tiempo, hay un proceso escondido detrás de esto. 
Yo no sé exactamente lo que es, puede ser, por ejemplo, ponerle a todo 
el mundo un chip electrónico porque cuando hay una campaña de 
vacuna se puede poner cualquier cosa en la jeringuilla. 
Así que es posible que haya una estrategia que consista en decir que 
hay una epidemia y que hay que vacunar a todo el mundo y entonces 
pondrían el microchip. Yo estoy segura de que hay algo detrás, 
un propósito escondido en decir que hay una epidemia y que hay 
que tener cuidado. Es una hipótesis. De todos modos sea para lo que 
sea el propósito es el control sobre la población.

P: ¿Tiene todo esto algo que ver con la trilogía de la mentira de que 
habla en su libro La mafia médica?
R: Hablo mucho de las vacunas en el libro y lo que yo digo a este respecto 
en el libro, es lo que desencadenó la ira del colegio médico. 
Porque las vacunas no se tocan, son sagradas, puedes hablar de cualquier 
cosa; la industria, los medicamentos… pero cuidado con las vacunas. 
Porque las vacunas otorgan importantes ganancias a la industria, 
pero a las personas les puedes transmitir cualquier cosa. 
La vacuna es un medio para producir genocidios con un blanco específico.
Cuando se quiere distribuir a un pueblo o a una raza, la administran, 
mira lo que está ocurriendo en África. Ellos lo llaman sida, pero 
¿qué significa sida? «Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida». 
Entonces es el propio sistema inmunitario que se ha debilitado, 
de modo que cualquier afección es mucho más grave.

P: ¿Quién está detrás de toda esta estrategia?
R: Los que mandan. Hay un gobierno mundial que tiene todos sus ministerios, 
para la salud es la OMS, pero también están la UNESCO, 
UNICEF, FAO, FMI, Banco Mundial, etc. 
Todos los países miembros de la ONU obedecen las órdenes del gobierno 
mundial.

P: ¿Ve solución para esta situación?
R: Sí, sino mal vamos. La solución que yo propongo en el libro es la 
soberanía individual. Es tomar conciencia como persona individual de que 
soy yo la que tiene el verdadero poder. Por ejemplo, los McDonald’s, 
cuando la gente deja de ir a estos restaurantes. Si yo dejo de comprar y 
de dar dinero a las multinacionales ya no valen nada, no ganan dinero. 
Si los enfermos dejan de ir al médico, se derrumba el sistema 
médico, si dejo de pagar impuestos no hay gobierno. Entonces 
¿dónde está el verdadero poder?, en la persona y la palabra 
SOBERANÍA, significa el poder último, el más alto, que siempre 
hemos pensado que estaba fuera y está dentro de nosotros.
Si pensamos en el poder más elevado, pensamos en Dios. Y ¿qué es Dios? 
Es el espíritu que crea todo el universo y esto está dentro de uno, no fuera. 
La solución viene cuando yo tomo conciencia de quién soy 
verdaderamente y que voy a comportarme tal y como yo soy, 
encontraremos la salud perfecta y la inmortalidad, que es más interesante 
que morir ¿no?

P: Y ¿Cuál es el primer paso que debemos dar?
R: Primero empieza por tomar una decisión, que consiste en dar rienda 
suelta a mi alma, es mi alma quien manda y no el ego, entonces dejo 
de pelearme, escucho lo que me dice mi alma. Por ejemplo, mi alma me dice: 
«deja este trabajo, ya no resuena contigo, deja de hacer eso»; 
pero el ego me dirá: «No, ¿estás loca?, tienes que pagar el alquiler, 
sostener la familia, ser buena madre…». Esa es la guerra, entonces dejo de 
pelear y escucho a mi alma. Y el ego empieza a agitarse y a ponerse inquieto 
¿qué va a pasarme? Quiere controlar, es su función. ¿Qué va a ser de mí? 
Pues no lo sé, soy yo la que va creando qué va a pasarme. ¿Me voy a pelear 
conmigo misma? No, voy a hacer las paces.

Algo que se puede hacer varias veces al día y que mejora automáticamente 
cada vez la salud, es decir la verdad. Mentimos todo el tiempo, pero incluso 
sin darnos cuenta, estamos tan acostumbrados a hacerlo… 
tenemos mentiras gordas y otras que se llaman «medias verdades», 
pero la mitad que falta es una mentira. Y hay otra categoría de mentiras 
que son por omisión. Y esto se llama un secreto. A veces mi hijo viene a 
verme y me dice: «Mamá, tengo que decirte algo, pero no se lo digas a nadie». 
Si es un secreto y tú no puedes guardarlo, no me pidas a mí que lo guarde. 
Si para ti es un secreto y me lo transmites a mí porque pesa mucho 
sobre tus hombros, yo tampoco lo voy a guardar.

Son cosas del día a día. Si me quedo en la mentira y siempre 
estoy mintiendo, 
poco a poco voy destruyendo mi salud. Miento y me miento porque 
tengo miedo, es el ego el que miente, el alma nunca miente.

Si voy buscando el amor exterior, sufro. Si vivo con amor por mí, enfocado 
hacia mi interior, no por miedo de lo que la gente pueda pensar de mí, 
mi salud mejora.

Por ejemplo, toco aquí y siento un bulto en el pecho. Tengo dos posibilidades 
o me quedo aquí quieta y no hago nada, o me voy corriendo al médico. 
Si voy al médico me va a decir que tengo un cáncer. En la mente está 
escrito «Cáncer igual a muerte». Entonces si yo he sentido miedo y he 
ido al médico, el doctor me ha asustado aún más y me recomienda 
quimioterapia. A mí eso no me agrada porque la gente que conozco que se 
la ha hecho se pone verde, siente náuseas, no tiene pelo y tienen un estado 
muy debilitado y triste. Entonces cada vez tengo más miedo, cada vez estoy 
más enferma y cada vez me acerco más a la muerte.

Eso ocurre si tomo la opción del médico. En el otro caso mi cuerpo me 
muestra que hay un conflicto interno, el bulto en este pecho es un regalo 
que me hago a mí misma, no quiero quitármelo, es mi espejo el que me 
está indicando algo. Le voy a decir al bulto: ¿qué tienes que decirme?, 
háblame. Gracias por manifestarte. Te escucho, háblame de mi 
conflicto. Entonces yo digo a mi alma: te dejo libre. Voy a vivir y sentir el 
miedo a morir. De esta forma yo puedo sanar definitivamente, no una 
remisión temporal si no una verdadera sanación.

Por ejemplo, ¿qué es un divorcio? Una ruptura. Algo me dice: 
«no, no te tienes que divorciar, quédate junto a esa persona» y algo me dice: 
“no, ya se acabó”. Actualmente hay más divorcios porque la conciencia se 
eleva y la gente hace más caso a sus sentimientos. El divorcio y dejar un 
trabajo no son buenas opciones para la seguridad del haber. 
Hay cada vez más personas que dejan carreras brillantes porque ya no le 
encuentran sentido a lo que hacen. Es normal porque la conciencia se eleva.

Si no hago caso a mi alma y sigo en ese trabajo me enfermo y cuando voy 
al médico me manda antidepresivos. ¿Y qué son los antidepresivos? 
Son drogas que hacen que yo ya no sienta nada. 
«Mi trabajo bien, seguiré con él». Con ayuda de estas pastillas 
soy efectivo y puedo seguir pagando la hipoteca.

Algo que causa mucho estrés es el endeudamiento de las familias. 
Una manera de sanarse es salir de este sistema de endeudamiento porque 
supone esclavitud. Es la «simplicidad voluntaria», es un movimiento 
social de gente que lo adopta deliberadamente. Yo no lo recomiendo 
como movimiento social, pero sí como medida temporal para salir de esta 
trampa. De forma que, las necesidades materiales dejan de ser la prioridad 
en mi vida y más bien es el alma lo prioritario. La «simplicidad voluntaria» 
consiste en reducir las necesidades materiales. Por ejemplo si tengo una 
casa grande con una hipoteca muy elevada, un cochazo a juego con la casa, 
hijos que visten de marca, van a una escuela privada, etc. Todo eso cuesta 
dinero y tengo que seguir trabajando, pero ya no me gusta mi trabajo y ahí 
estoy preso… y eso es un estrés tremendo. La persona piensa que no tiene 
salida: «si dejo mi trabajo ya no seré capaz de ofrecer caprichos a mis 
hijos, perderé a mis amigos “pijos”, mi prestigio, mi mujer, reputación…» 
No se puede imaginar la vida sin nada de eso, pero es posible. 
Vendo la casa, vendo el coche, vamos a una casa más pequeña, 
los niños dejan de ir al colegio privado y se les manda a uno público y 
así tengo tiempo para mi alma. Eso es realmente la salud, esas cosas de 
la vida cotidiana son las que hacen que mi salud esté mejor o peor.

P: Usted demostró ser muy valiente cuando escribió el libro 
“La mafia médica”, que le costó la expulsión del colegio de 
médicos, supongo que vivió un conflicto importante. 
¿Cómo se decidió a dar el paso?
R: Yo sabía que publicando ese libro se acababa para mí la carrera de medicina. 
Yo me acuerdo de ese momento y me dije: «Si no escribo este libro, 
me muero». Quizás no hubiera muerto rápidamente, pero sí a nivel del alma. 
No fue tan difícil, más difícil fue dejar mi papel de «buena madre».

P: ¿A qué se refiere?
R: Mis niños ya no lo son, ya no soy madre. Tuve que dejar de preocuparme 
por mis hijos. Un pasaje importante fue que mi casa ya no era más su casa. 
Yo tengo dos hijas y cada una de ellas había dejado en mi casa dos tazas 
para el desayuno. Hace más de un año llegó una amiga y me ofreció dos 
tazones, no tenía sitio para ponerlas todas y decidí quitar las tazas de 
mis hijas. ¡Eso fue tremendo! Era un símbolo del vínculo con mis hijas y se 
trataba de cortar ese tipo de lazos. Entonces una dijo que “vale” y la otra 
dijo que “ni hablar” y volvió a colocar la taza en su sitio. 
Yo le dije: «pues tú haz lo que quieras, pero yo ya he hecho lo que tenía 
que hacer».

P: El desapego, entonces, ¿tiene que ver con conseguir 
una buena salud?
R: Sí, cuando estoy apegada a algo es que tengo miedo de perderlo y si tengo 
muchos apegos no puedo avanzar. Con mi libro “La mafia médica” todo 
se fue: el título de médica, la profesión… Cada uno tenemos cargas y apegos 
distintos.

http://reddevida.es/es-el-estado-del-alma-es-lo-que-determina-la-salud-
mental/

Cortesía de http://www.creadess.org


Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio

 

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