EL LENGUAJE SECRETO DEL UNIVERSO
Tanto la música interna como la externa pueden servir de guía al
alma en su desplazamiento hacia los reinos reales de la tierra. La música
nos puede poner en el camino, acompañarnos en el trayecto, y hasta puede
estar allí al final del viaje. Desde el más allá de los tiempos se ha empleado
en el campo de los cambios psicológicos, ya que produce emoción.
La música como medio de iniciación,
conduce a actitudes de éxtasis que luego acompañada
con conocimientos metafísicos nos lleva a nuevos estados de conciencia.
Podríamos decir que nos puede llevar a sentir embriaguez en la
que el conocimiento no está ausente.
La belleza de la música nos lleva a nuevas realidades cósmicas y metafísicas,
en especial la de ejecución instrumental que actúa como conductora del alma,
donde se oirá y se sentirá la belleza indescriptible que existe en las fuerzas
intemporales más allá de las experiencias humanas.
en especial la de ejecución instrumental que actúa como conductora del alma,
donde se oirá y se sentirá la belleza indescriptible que existe en las fuerzas
intemporales más allá de las experiencias humanas.
Las resonancias de la ejecución musical tienen
un efecto beneficioso sobre el cuerpo y la psiquis:
calma, infunde solemnidad y armoniza.
Pero hay más todavía: es un vehículo que puede
elevarnos hasta donde seamos capaces de hacerlo,
en la identificación con nuestra melodía interior,
que nos permita el ingreso a transitar por el sendero
que nos conducirá a nuestro templo espiritual,
donde encontraremos paz, armonía y felicidad plena.
Y allí dentro contemplaremos nuestra vida y
si queremos podemos transformarla siguiendo
el ritmo de las siete notas musicales que son
la base de la composición de nuestra melodía, cual es el entendimiento,
la sabiduría y el aporte hacia los demás. Esta composición sinfónica de acciones
amerita ser transportada en un viaje al universo para ser testigos visuales o
auditivos de nuestras propias experiencias místicas donde participamos,
siendo estimulados a aportar a nuevos conocimientos y percepciones
e esa música superior.. Allí podemos trascender, y entrar en esa totalidad,
como el pleroma, o sea la relación de cumplimiento de plenitud,
elemento común a muchas doctrinas gnósticas, que significa e
ncontrar el verdadero universo de armonía, unidad y de luz,
opuesto a la oscuridad. El canto llano, como misterio de un oficio religioso,
un mantra, o un baile de un místico, ofrece a cada uno, lo que cada uno
es capaz de recibir.
un efecto beneficioso sobre el cuerpo y la psiquis:
calma, infunde solemnidad y armoniza.
Pero hay más todavía: es un vehículo que puede
elevarnos hasta donde seamos capaces de hacerlo,
en la identificación con nuestra melodía interior,
que nos permita el ingreso a transitar por el sendero
que nos conducirá a nuestro templo espiritual,
donde encontraremos paz, armonía y felicidad plena.
Y allí dentro contemplaremos nuestra vida y
si queremos podemos transformarla siguiendo
el ritmo de las siete notas musicales que son
la base de la composición de nuestra melodía, cual es el entendimiento,
la sabiduría y el aporte hacia los demás. Esta composición sinfónica de acciones
amerita ser transportada en un viaje al universo para ser testigos visuales o
auditivos de nuestras propias experiencias místicas donde participamos,
siendo estimulados a aportar a nuevos conocimientos y percepciones
e esa música superior.. Allí podemos trascender, y entrar en esa totalidad,
como el pleroma, o sea la relación de cumplimiento de plenitud,
elemento común a muchas doctrinas gnósticas, que significa e
ncontrar el verdadero universo de armonía, unidad y de luz,
opuesto a la oscuridad. El canto llano, como misterio de un oficio religioso,
un mantra, o un baile de un místico, ofrece a cada uno, lo que cada uno
es capaz de recibir.
Cuantas veces nos hemos estremecido al escuchar una ejecución
musical donde no interviene la palabra. Es en este éxtasis donde
podemos apreciar la mejor imagen de las armonías secretas y el
misticismo individual y la labor de elevación colectiva. Las melodías
sin palabras son eternas y errantes, alas que transportan al alma
hacia los reinos superiores, en la tarea de redimir lo que destruimos;
ayudando no sólo a renovar y acrecentar la chispa interior, sino también el
de todas las demás innumerables chispas aprisionadas en el
mundo manifiesto. La música nos permite oír
un débil eco de esas dulces modulaciones que el oído de los mortales
comunes no puede captar. Nos despierta el elevado recuerdo de
lo que oímos en una vida anterior. Nos puede provocar un apasionado amor y
los deseos de surcar el cosmos en busca de respuesta a nuestros
interrogantes, nos sentimos libres de nuestra envoltura de barro.
De todos los instrumentos, dicen los entendidos, que la lira de siete cuerdas
es el más apto para recordar a los hombres el concierto eterno de la
gran sinfonía cósmica, exhorta al alma a que se eleve a realizar
este ascenso y se insufle de sabiduría en la búsqueda de nuevas fuentes de
experiencias.
musical donde no interviene la palabra. Es en este éxtasis donde
podemos apreciar la mejor imagen de las armonías secretas y el
misticismo individual y la labor de elevación colectiva. Las melodías
sin palabras son eternas y errantes, alas que transportan al alma
hacia los reinos superiores, en la tarea de redimir lo que destruimos;
ayudando no sólo a renovar y acrecentar la chispa interior, sino también el
de todas las demás innumerables chispas aprisionadas en el
mundo manifiesto. La música nos permite oír
un débil eco de esas dulces modulaciones que el oído de los mortales
comunes no puede captar. Nos despierta el elevado recuerdo de
lo que oímos en una vida anterior. Nos puede provocar un apasionado amor y
los deseos de surcar el cosmos en busca de respuesta a nuestros
interrogantes, nos sentimos libres de nuestra envoltura de barro.
De todos los instrumentos, dicen los entendidos, que la lira de siete cuerdas
es el más apto para recordar a los hombres el concierto eterno de la
gran sinfonía cósmica, exhorta al alma a que se eleve a realizar
este ascenso y se insufle de sabiduría en la búsqueda de nuevas fuentes de
experiencias.
Interpretar en unos casos y en otros escuchar el mundo de la música espiritual
nos forza a demostrar que el cosmos tiene su propia melodía, y que ésta existía
antes de que el humano se dispusiera a evolucionar en la historia de la vida
en la tierra. Estas interpretaciones han durado toda la eternidad y han sido
capaces de transformar el alma de quien quiere escuchar y alcanzar
el cambio en la reacción.
nos forza a demostrar que el cosmos tiene su propia melodía, y que ésta existía
antes de que el humano se dispusiera a evolucionar en la historia de la vida
en la tierra. Estas interpretaciones han durado toda la eternidad y han sido
capaces de transformar el alma de quien quiere escuchar y alcanzar
el cambio en la reacción.
En el mundo de los sentidos, la música nos induce a observar las visiones
de este mundo percibido con el ojo y el oído interno, hasta conseguir
Imágenes arquetípicas de un modo maravilloso, de forma tal que l
os ciudadanos celestes alaban a través de sus sonidos y claman y
representan la voz de una multitud llena de espiritualidad y
conectada al templo virtuoso de la música y las armonías.
Estas voces al igual que las aguas, el viento, el fuego, los árboles ,
las flores, las piedras, sienten el encanto de la vida plena, de la soledad y
de los estados de conciencia de quienes están
a su lado y nos transmiten una música que jamás cesa:
es una música que uno oye por doquier
pero que no está en ninguna parte; a veces es un murmullo;
otras veces el oído de un mortal cree que oye el lamento de
una divina armonía, cuyas variaciones no son terrestres y que nadan
en la región media del aire. Las voces, las modulaciones brillantes,
prorrumpen de repente desde lo profundo de los bosques celestiales y
luego se dispersa por el aliento de nuestros espíritus; estos sones
parecen haber expirado. Sin embargo prontamente, una confusa
melodía revive a lo lejos, canta en las orillas del río de la vida,
sumergiéndonos en una gran fantasía del universo mágico.
de este mundo percibido con el ojo y el oído interno, hasta conseguir
Imágenes arquetípicas de un modo maravilloso, de forma tal que l
os ciudadanos celestes alaban a través de sus sonidos y claman y
representan la voz de una multitud llena de espiritualidad y
conectada al templo virtuoso de la música y las armonías.
Estas voces al igual que las aguas, el viento, el fuego, los árboles ,
las flores, las piedras, sienten el encanto de la vida plena, de la soledad y
de los estados de conciencia de quienes están
a su lado y nos transmiten una música que jamás cesa:
es una música que uno oye por doquier
pero que no está en ninguna parte; a veces es un murmullo;
otras veces el oído de un mortal cree que oye el lamento de
una divina armonía, cuyas variaciones no son terrestres y que nadan
en la región media del aire. Las voces, las modulaciones brillantes,
prorrumpen de repente desde lo profundo de los bosques celestiales y
luego se dispersa por el aliento de nuestros espíritus; estos sones
parecen haber expirado. Sin embargo prontamente, una confusa
melodía revive a lo lejos, canta en las orillas del río de la vida,
sumergiéndonos en una gran fantasía del universo mágico.
Estas regiones situadas en nuestra vida jamás son iluminadas por nuestra
luz diurna sino que un suave resplandor que cae calladamente sobre las
regiones místicas de nuestra alma nos invaden como si fuera nieve que
acompaña al invierno; entonces penetra en todas las sensibilidades ,
las hace suavemente radiantes con luz hermosísima y proyecta una belleza
perfecta a quien la mira. El éter, que es tan sutil, sería todavía demasiado
material para este sitio; el aire que uno respira es el amor; aire similar
a una especie de melodía visible que llena todas las blancas llanuras de las
almas con igual esplendor y armonía.
luz diurna sino que un suave resplandor que cae calladamente sobre las
regiones místicas de nuestra alma nos invaden como si fuera nieve que
acompaña al invierno; entonces penetra en todas las sensibilidades ,
las hace suavemente radiantes con luz hermosísima y proyecta una belleza
perfecta a quien la mira. El éter, que es tan sutil, sería todavía demasiado
material para este sitio; el aire que uno respira es el amor; aire similar
a una especie de melodía visible que llena todas las blancas llanuras de las
almas con igual esplendor y armonía.
VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
Fuente:
http://lapuertamagicadevictor.blogspot.com/
Un Mil Bendiciones y Una Más
Sol Monasterio
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